El sector del taxi vive una huelga nunca antes vista en nuestro país. Y todo causado por su enfrentamiento con las administraciones por las concesiones de licencias VTC. Son varias las reuniones que han mantenido para desbloquear la situación sin visos de solución. Y, mientras están decidiendo las próximas acciones que llevarán a cabo, han recibido una noticia que ha sorprendido a propios y extraños por inesperada. Y es que tienen un año para cambiar las placas de sus matrículas. A partir de ahora serán azules.
Pero, ojo, que esta medida solo afecta a las matrículas traseras; estas deberán tener fondo azul y letras blancas. Pero las delanteras se mantendrán como hasta ahora; iguales a las que llevan el resto de vehículos: fondo blanco y las letras negras.
Signo de distinción
Esta nueva normativa la tendrán que cumplir los vehículos auto-taxis y los de arrendamiento con conductor (VTC) de un máximo de 9 plazas. La deberán portar los taxis nuevos que ahora vayan a salir de un concesionario; aunque aún no se ha presentado el modelo ni los proveedores de matrículas disponen de unidades para imprimir. El resto de vehículos tienen un plazo de un año para cambiar las placas y cumplir con la norma.
Desde la DGT aseveran en esta nueva normativa que, en ningún caso, se permitirá el cambio de numeración o letras pues solo afecta al modelo de placa. De esta manera, el sector adopta la distinción de las matrículas de estos vehículos sobre el resto de coches que ya puede ver en países europeos como Holanda, Bélgica y Grecia.
Normativa de largo recorrido
Aunque esta normativa es de nueva implantación, lo cierto es fue aprobada en 2016 en una Proposición no de Ley ante el intrusismo y la piratería que estaba sufriendo el sector del transporte de viajeros. Y fue precisamente el sector del taxi el que solicitó este cambio en la normativa de Tráfico (anexo XVIII del Reglamento General de Vehículos) en lo relativo a las placas de matrículas.
Ahora, esta nueva placa azul con caracteres en blanco servirá para distinguir los vehículos que están legitimados para el transporte de viajeros de los que no. Un problema que, por cierto, resulta más notorio en zonas rurales que en las capitales de provincia.