Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, sigue trabajando en cumplir sus promesas electorales. Si durante la campaña ya aludió a que el cambio climático era una invención de China para debilitar a la industria “yanqui”, ahora se suma una propuesta de rebajar los objetivos de reducción de consumos y emisiones, un marco en el que ya trabajaba la industria para la próxima década.
El máximo mandatario estadounidense se hace eco así de una demanda que tenía la industria automotriz desde la era Obama. Entonces señalaban que cumplir los objetivos acordados suponía una escalada de costes difícilmente digeribles por los fabricantes y que acusarían los clientes al adquirir sus vehículos. Una propuesta de Trump que se suma a la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París por el cambio climático.
En Europa también contamos con normativas de motores que van evolucionando. En la actualidad nos encontramos en la fase Euro 6c. Y pronto entrará en vigor la Euro 6d. Otro cambio que se producirá el 1 de septiembre es el cambio en el modo de medir las emisiones y consumos. Pasaremos del ciclo NEDC al WLTP. Ahora estos cálculos se harán mediante “condiciones reales de tráfico” y no en un laboratorio como hasta ahora. Algo que dejaba unas cifras que pocas veces las veía el cliente en la carretera y que permitió casos como el diéselgate.
Esto supondrá un nuevo conteo de estas cifras. Y un previsible aumento en los registros. Algo que notarán los compradores al adquirir sus vehículos pues muchos de los coches a la venta. Según se prevé, podrían cambiar de tramo en el cálculo del impuesto de matriculación.
En el caso de Estados Unidos, en 2012, Gobierno e industria automovilística alcanzaron un acuerdo por el que los vehículos en 2025 deberían emplear, como máximo, un galón de gasolina por cada 54,5 millas; lo que, traducido a los sistemas métricos europeos, representa unos 4 litros por cada 87 kilómetros.
Ahora, el Gobierno de Donald Trump pretende que la evolución de los consumos queden congelados a partir de 2020 y se contenta con un consumo de un galón por cada 37 millas; es decir, unos cuatro litros por cada 60 km, o 6 litros por cada 100 km.
Uno de los escollos con los que se va a encontrar Donald Trump es el Estado de California. Hace años abanderó la lucha contra el cambio climático y que cuenta con políticas mucho más restrictivas en lo relativo al automóvil. Fue una de las pioneras en interceder por la proliferación de vehículos híbridos y eléctricos, y puede presumir hoy día de contar con el segundo parque de estas mecánicas a nivel mundial, algo que pudo realizar gracias a un acuerdo que obtuvo con la Casa Blanca hace años.
Ahora, Trump quiere tirar a la papelera la hoja de ruta propia que tiene California e igualarla con la del resto del país. Pero estos objetivos ya los comparten otros doce Estados. Estos, en previsión de las acciones que emprendería el presidente, ya presentaron una demanda preventiva. Solicitaba a los tribunales que les permitieran contar con sus propios objetivos de reducción de emisiones y consumos.