No sale de un fregado y ya se ha metido en otro. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a amenazar con un nuevo arancel a la industria automovilística europea, una afrenta que hizo coincidir con el inicio del Salón de Ginebra, tal y como refleja El Mundo.
El mandatario no se olvida de algunas de sus proclamas de campaña, antes de ser elegido presidente, en donde indició que beneficiaría a la industria local en detrimento de la foránea. Así, en las últimas semanas se ha enzarzado con el Gobierno de la Unión Europea en un serie de amenazas de aranceles que tienen en vilo a la industria de varios ámbitos generando un miedo que podría tener el efecto contrario al pretendido y que pronto podría llegar a los mercados bursátiles de ambos lados del Atlántico.
Trump señaló hace unos días que tenía previsto poner un nuevo arancel sobre la importación de aluminio y acero, algo que afectaría a la industria española, pues es uno de sus principales mercados de exportación.
La respuesta de la Unión Europa no se hizo esperar y avisó que podría imponer nuevos impuestos sobre otros productos de origen “yanqui”, como los pantalones Levi’s o las motocicletas Harley-Davidson. Y, lejos de recular, Trump subió la apuesta y señaló que podría aumentar los aranceles sobre los vehículos importados que hayan sido fabricados en Europa.
Los vehículos ensamblados en nuestro continente y enviados a Estados Unidos ya cuentan con un arancel de un 2,5 % si es un turismo y un 25 % si es un furgón o pick-up (los allí fabricados tienen un impuesto del 10 % al llegar a Europa). Sin embargo, a Donald Trump esto no le parece suficiente la tasa existente y prevé aumentarla. Recordemos que en enero de 2017 ya amenazó a la industria alemana con un 35 % de arancel.
El problema para el presidente norteamericano está en el desfase de la balanza comercial que tiene con Alemania que ahora se sitúa en 22.300 millones de euros a favor del país germano solo en el intercambio de vehículos.
España es el octavo fabricante de coches del mundo
Trump ya dijo en muchas ocasiones que esperaba que los coches que allí se vendieran fueran, igualmente, allí construidos. Sin embargo, el problema lo encontramos con que salvo BMW , Mercedes-Benz , el Grupo- Volkswagen , Grupo Fiat , Volvo y Jaguar – Land Rover , el resto de marcas europeas no disponen de una fábrica en tierras estadounidenses.
El resultado de esta guerra de impuestos podría ser no solo un importante incremento de precios en determinados vehículos sino que, además, varias marcas se vieran obligadas a variar su estrategia comercial a ambos lados del océano y retirar de los concesionarios algunas gamas de modelos. Esto finalmente se traduciría en una pérdida de empleo, justo el efecto opuesto al que pretende conseguir Donald Trump con su proteccionismo a la industria automovilística de su país.