Una de las mayores novedades que hemos encontrado en el Salón de Tokio ha sido el nuevo Toyota LQ. Se trata de un vehículo eléctrico (no se ha indicado la potencia pero sí la autonomía, unos 300 km) que utiliza diferentes tecnologías para ajustar su habitáculo a los gustos, y hasta el estado de ánimo, de sus ocupantes.
Además, se sitúa en el cuarto nivel de conducción autónoma, por lo que no requerirá la presencia de una persona al volante, todas las gestiones y la organización del viaje las podrá hacer el propio vehículo.
Aunque se trata de un concept car, Toyota cuenta con un programa de pruebas entre junio y septiembre del próximo año en Tokio, un evento que coincidirá con los Juegos Olímpicos de Tokio, donde una serie de particulares lo podrán probar.
La nueva creación de la firma japonesa podría pasar por ser un modelo compacto más de nuestro mercado. Se presenta con una longitud de 4.530 mm, una anchura de 1.840 mm y una altura del 1.480 mm, mientras que la distancia entre ejes se establece en 2.700 mm.
Está preparado para acoger a cuatro personas de forma cómoda en un interior que se ha diseñado para disfrutar de un gran espacio. No en vano, la ausencia de motores térmicos le permite recortar los voladizos y adelantar la disposición de las cristaleras.
Presume de una imagen exterior minimalista, de líneas fluidas, con una original disposición de los grupos ópticos delanteros así como de las puertas mientras que las ruedas traseras están carenadas. En cuanto a la zaga, también es original en su diseño con una amplia disposición de diodos.
El interior es minimalista y elegante, con una consola central desarrollada mediante impresión 3D. La disposición de elementos es minimalistas, con menos estructuras de soporte visibles mientras que las puertas exteriores cuentan con un cristal que se conecta con el interior del vehículo, integrando estas en el diseño del modelo.
El Toyota LQ está equipado con un agente de inteligencia artificial denominado Yui, que proporciona una experiencia de movilidad personalizada. Este detecta a las personas dispuestas en el interior (las reconoce) y su estado de ánimo y concentración, por lo que podrían adaptar el habitáculo a sus gustos, incluso para animarlo o transmitirle energía.
Puede interactuar con el conductor mediante comunicaciones de voz, cambiar la postura de los asientos o variar la iluminación interior para reducir el nivel de estrés o aumentar el nivel de atención a la carretera.
Al estar en uno de los niveles más avanzados de conducción autónoma también está capacitado para buscar aparcamiento de forma independiente, con una separación total entre coches de 20 centímetros para lo que se valdrá de múltiples cámaras y radares que permiten un mapeo 2D de su situación.
Dispone de un sistema de visión de realidad aumentada proyectando sobre la zona de visualización la información que necesita conocer el conductor, como las alertas de cambio de carril, las señales de tráfico o las indicaciones sobre la ruta, con el objetivo de que no tenga que apartar la vista de la carretera.
Y, cuando el sistema detecta que el conductor está cansado, un sistema de bolsas de aire hinchables, cambian la postura de la espalda para que así pueda espabilar.
Estamos hablando de un vehículo eléctrico y con capacidades de conducción autónoma, pero el Toyota LQ también se preocupa por mejorar el espacio que hay a su alrededor. Cuenta con unos catalizadores en el ventilador que descompone el ozono en oxígeno de manera que puede purificar alrededor de 600 litros de aire en una hora de conducción.