Hace una década, en el Salón del Automóvil de Nueva Delhi, se presentó el Tata Nano. Este modelo, que nació de la mano del presidente del grupo, Ratan Tata, pretendía convertirse en el coche de la clase media en su país de origen. Sin embargo, diez años después, ha llegado a su fin este sueño hindú.
Al menos, así lo Autonews. El medio se basa en que durante el mes de junio de 2018 solo se ha producido una unidad del Tata Nano frente a las 275 en el mismo mes del año pasado. Y en diciembre de 2017, solo se vendieron 94 unidades de este coche; en sus inicios, se decía que vendería 200.000 al mes. El fin de un hito.
Un equipamiento básico le permitió tener un precio de 3.000 euros; de ahí que se le denominara como “el coche más barato del mundo”. Aunque también tuvo su parte negativa, ya que su escasa equipación en seguridad le impidió llegar a Europa. Al poco de su lanzamiento, aparecieron nuevas versiones más equipadas con aire acondicionado, dirección asistida, airbags, radio y hasta elevalunas eléctrico.
El Tata Nano tenía un pequeño motor de 2 cilindros y 625 cc con 37 CV de potencia. Además de una cabina proporcional al motor de 3,1 metros de largo. A pesar de que prometía convertirse en el coche con el que se movieran cientos de miles de familias en la India, no llegó a cumplir con las expectativas. Sobre todo cuando las primeras unidades comenzaron a incendiarse, para dolor de cabeza de la compañía.
Así, se realizaron versiones más equipadas a ver si así se satisfacían los deseos del mercado. Incluso se relanzó en 2015 bajo la denominación GenX Nano; una nueva versión que trajo consigo un lavado de cara y algunas mejoras de seguridad sin aumentar el módico precio. También hubo un proyecto para convertirlo en un eléctrico urbano, pero fracasó.
Como se suele decir, lo barato sale caro. La despedida del Tata Nano es la prueba de que, aunque los consumidores se lo piensen (y mucho) antes de desembolsar el dinero en un coche, la seguridad y comodidad es lo primordial.