El grupo automovilístico pide una revisión del acuerdo comercial del Brexit para retrasar el arancel impuesto a los vehículos eléctricos que comenzará en 2024.
La industria automovilística de Gran Bretaña corre el riesgo de ser diezmada a menos que el gobierno del Reino Unido actúe para renegociar su acuerdo Brexit con Europa. Un contexto al que se podría llegar si los mandamases de Stellantis, capitaneados por Carlos Tavares, deciden abandonar la isla y dejar en la estacada a los 5.000 puestos de trabajo que tiene bajo su responsabilidad. Y es que al igual que está ocurriendo en Estados Unidos, Gran Bretaña ha establecido un arancel en el que a partir de 2024 el 45% de las partes de un vehículo eléctrico debe provenir de la propia isla o de la Unión Europea (UE) para evitar los aranceles de exportación del 10%.
Stellantis ensambla, entre otros, modelos de las marcas Vauxhall, Peugeot, Citroen y Fiat y se había comprometido a montar vehículos eléctricos en el Reino Unido, pero ahora admite que tiene dificultades para cumplir con las reglas comerciales establecidas en el Brexit en relación con el origen de las piezas, más concretamente sobre las baterías.
Stellantis fabrica furgonetas eléctricas en su instalación de Ellesmere Port, en el noroeste de Inglaterra, y Luton, a las afueras de Londres donde previamente se ensamblaba el Opel/Vauxhall Astra para luego adaptarla a los Opel Combo, Peugeot Partner y Citroen Berlingo. Un plan de transformación de más de 100 millones de libras presentado en 2021 cuando Stellantis confiaba en que podría cumplir con los requisitos del acuerdo comercial
Hay más que se suman
El grupo pidió la renegociación del acuerdo al menos hasta 2027 en un texto por escrito remitido a la investigación parlamentaria que indaga sobre el suministro de baterías para vehículos eléctricos. La compañía ha dicho que el acuerdo supone una “amenaza para el negocio de exportación” desde el Reino Unido a lo que concluyeron que “si el costo de la fabricación de vehículos eléctricos en el Reino Unido se vuelve poco competitivo e insostenible, las operaciones se cerrarán”.
No es la única no obstante. Ford también ha pedido que los requisitos comerciales actuales entre la UE y Reino Unido se extiendan hasta 2027 para no poner en riesgo su actividad industrial en el Viejo Continente, mientras que MINI ya ha optado por trasladar el la nueva generación del MINI Cooper eléctrico a China, en lugar de mantener la línea de montaje de Oxford, donde solo se mantendrían las versiones de combustión. Además, a diferencia de otros países, el Reino Unido casi no tiene fábricas de baterías. Nissan tiene una en la planta de Sunderland donde construye el Leaf, pero por ejemplo la startup Britishvolt, que se suponía que iba a construir una planta de baterías de 3.800 millones de libras esterlinas quebró a principios de este año y nada se sabe del plan de compra por parte de la australiana, Recharge Industries. De hecho ya lo avisó el propio Tavares al confirmar que habrá una “producción de baterías insuficiente” en el Reino Unido o Europa como para poder cumplir con esos objetivos del Gobierno sobre vehículos eléctricos, lo que generará “una gran desventaja competitiva”.