Hoy en día, los automóviles nuevos vienen cada vez más equipados, sobre todo en cuanto a los sistemas de ayuda a la conducción. El objetivo es conseguir que, con el tiempo, todos los coches sean más seguros y nuestra forma de conducir sea más eficiente. Todo ello, actualmente se consigue gracias a un conjunto de sensores y cámaras que actúan como los “ojos” de nuestro coche. Es decir, permiten que nuestro vehículo perciba el entorno por el que se desplaza. Algo que, a su vez, es el primer paso hacia la conducción autónoma.
Se denominan sistemas ADAS (Advanced Driver Assistance Systems) por sus siglas en inglés y, gracias a ellos, algunos modelos cuentan con sistema de detección de fatiga; detección de ángulo muerto; frenado autónomo de emergencia o el reconocimiento de señales de tráfico, entre otros . Es más, según la DGT, si todos los automóviles contasen con sistemas ADAS, se podrían reducir hasta 51.000 accidentes de tráfico o, en su defecto, se conseguiría que sus consecuencias fuesen más leves. Por ello, como para algunos todavía estos sistemas son grandes desconocidos, te explicamos en qué consisten y cómo funcionan…
Cámaras montadas en el parabrisas
Los automóviles nuevos ya disponen de cámaras en el parabrisas para adaptarse a diferentes tareas. Por ejemplo, son capaces de reconocer colores y objetos del entorno en un rango de 50 a 500 metros, con un ángulo de hasta 180o. Hay algunas que incluyen sensores de vídeos “estéreo” que tienen un rango de medición 3D de más de 50m. Algo que les permite percibir eficazmente los espacios vacíos y distinguir con nitidez a los peatones, animales u otros objetos.
En cambio, este tipo de elementos tienen algunas desventajas. Entre ellas, destacan sus problemas de visión cuando se circula bajo condiciones meteorológicas adversas o cuando se ensucian, por ejemplo. Asimismo, es importante señalar que si el parabrisas de un vehículo que incluye estas cámaras se rompe, las cámaras deben desmontarse previamente antes de sustituirlo por uno nuevo. Después, habrá que instalarlas y volver a recalibrarlas para asegurarnos de que no han perdido precisión ni eficacia. Carglass, es uno de los centros que cuenta con los mejores instrumentos para hacerlo.
Sensores de radar
Estos instrumentos sirven para localizar objetos estáticos y en movimiento. Por lo general, tienen un alcance de 250 metros y un rango de 360o, pero no son capaces de delimitar las formas ni reconocen los colores. Por ejemplo, no son útiles para percibir si un semáforo está en verde o en rojo.
Su funcionamiento se basa en enviar ondas de radar. Estas rebotan en los objetos y así se consigue medir la velocidad relativa, la distancia, el retraso de los cambios de frecuencia entre la señal emitida y la recibida, la amplitud….
Ultrasonidos
Seguramente estos sean los que más conoces. Son sensores muy fiables que actúan en las distancias más cortas y a bajas velocidades. Hacen que el ultrasonido rebote en los obstáculos y analiza los ecos que se producen. De este modo, si te acercas demasiado a un objeto, el coche emitirá una alarma de que te expones a una colisión. Si has montado en algún coche nuevo o seminuevo recientemente, habrás podido escuchar estas alarmas al estacionar.
Sensores Li-Dar
Esta clase de sensores son los más caros de los que os hemos comentado. Miden con precisión en 3D y tienen un alcance de 200 metros, son muy fiables y puede decirse que son los “ojos” que utilizan los coches autónomos en la actualidad. En cambio, son unos instrumentos que también tienen desventajas. Por ejemplo, sus problemas para percibir el entorno si hay niebla, lluvia o están sucios.