La firma del lujo por antonomasia no ha escapado a la moda de los SUV. El Rolls-Royce Cullinan se presenta como un todocamino de gran envergadura, motor descomunal (571 CV) y los mejores materiales que uno pueda imaginar en su habitáculo. Símbolo de ostentación y demostración del potencial de la cartera del comprador, está destinado a disfrutar de la ruta en el modo más relajado posible. Pero, ¿se le puede poner contra las cuerdas? ¿se puede derrapar con un Rolls-Royce Cullinan?
Ojo que la tarea no es fácil pues mide 5,34 metros y pesa 2.735 kg. Mover un vehículo de estas dimensiones no es fácil. Y eso que presume de un motor V12 de 6,6 litros que entrega 571 CV con un par de 850 Nm.
Sin embargo, la mayor dificultad para hacer el cafre con el Rolls-Royce Cullinan la podríamos encontrar al ver la factura. La tarifa de partida está en 290.000 euros, una cifra que se eleva como la espuma al ritmo que lo adaptas a tus gustos. Esto haría a muchos cuidarlo como si fuera el bien más preciado de la humanidad por lo que no lo harían sufrir con algo tan futil como una derrapada sinsentido.
A pesar de que no es el primero que lo intenta, vemos cómo un periodista de la revista británica Autocar lo intenta. Y, aunque en un primer momento no lo consigue, finalmente lo logra. Eso sí, hay que tener en cuenta que lo hace sobre asfalto mojado, lo que reduce la motricidad del coche, desconecta los sistemas de tracción y que aprovecha la tracción total para hacer donuts.
Lo hace en un espacio cerrado por lo que nos quedamos con las ganas de ver cómo se comportaría en una carretera o camino, rodeado de vallas y exponiendo de verdad los 400.000 euros que cuesta el Rolls-Roytce Cullinan a las inercias de tanto peso y la potencia del vehículo.
Otro dato que nos queda por conocer es el coste de la exhibición: el precio de las ruedas que gastó, la gasolina que utilizó, si tuvieron que contratar un seguro adicional para hacer la prueba y si Rolls-Royce les ha retirado el permiso de préstamos por siempre jamás.