Repasamos las averías más frecuentes que sufre un coche eléctrico.
Estamos acostumbrados a leer y escuchar que un coche eléctrico es más económico en su mantenimiento y uso, y que al tener menos piezas también se avería menos. Aunque no está exento a sufrir problemas mecánicos. Como cualquier vehículo tiene piezas de desgaste que por el uso continuado sufren y se pueden romper.
Aunque, lejos de lo que uno podría esperar, estos componentes que más sufren no son los más evidentes. En las averías de los coches eléctricos, como veremos más adelante, el factor humano es muy importante.
Toma de carga
Es el principal foco de problemas. El enchufe con el que lo conectamos a la corriente. Son varios los motivos por los que se puede romper y, en la mayoría de los casos, interviene la persona que lo manipula.
En ocasiones tendemos a forzar el sistema para que entre bien el enchufe (si lo tenemos que forzar es porque no lo estamos poniendo bien), exponiéndolo a una fuerza innecesaria. En otras nos olvidamos de liberar el sistema de bloqueo, y tiramos del cable, algo que, a base repetirlo, las pestañas que sujetan el enchufe terminan cogiendo holgura cuando no directamente se rompen.
Además, al ser un cable que está tirado por el suelo, no son pocas las veces que tropezamos con este y tiramos de él o lo golpeamos dañándolo.
Las baterías de los coches eléctricos
Aunque los fabricantes les auguran una larga vida útil, de varios años, también están expuestas a fallos y daños. Uno de los motivos es el sobrecalentamiento que les llega por las cargas rápidas (un dato que no siempre indican los fabricantes de vehículos eléctricos es el número de veces que podemos utilizar el recurso de la carga rápida).
Para evitar este problema, toma gran importancia el sistema de refrigeración empleado para las baterías. Los que están refrigerados por líquidos ofrecen menos problemas que los que se sirven del aire.
En este caso, se podría solucionar sustituyendo las celdas dañadas por otras nuevas. Aunque este sí sería un proceso costoso pues los fabricantes las protegen en espacios estancos y de difícil acceso.
Menos fallos mecánicos
La leyenda de que los coches eléctricos se estropean menos es cierta. El motor eléctrico es mucho más simple y pequeño que uno térmico, tiene un funcionamiento en el que apenas intervienen elementos, no hay excesivos rozamientos y apenas está rodeado por una barra de transmisión (carece de caja de cambios y tubo de escape) y cables.
Tan solo la exposición a la climatología, como el frío o la humedad podrían dañarlos pero, como sucede con los coches con motor de gasolina o diésel, estos están debidamente protegidos para evitar problemas.