Durante los peores años de la crisis, los talleres de chapa y pintura se vieron especialmente afectados porque el número de clientes descendió notablemente. ¿La causa? La decisión de no realizar reparaciones de carrocería suponía un desahogo en las maltrechas economías familiares. Principalmente, acudían a los centros especializados los que tenían un seguro a todo riesgo, porque les cubrían los costes.
Ahora, parece que arreglar abolladuras o rozaduras es más común en los coches más antiguos, según se desprende de los datos de la consultora Audatex. Este cambio de tendencia se debe, sobre todo, a la mejora de las economías familiares y al envejecimiento del parque automovilístico. De este modo, en 2011, tan solo el 14 por ciento de las operaciones “estéticas” fue en coches de más de diez años, mientras que, en 2015, este porcentaje subió hasta el 27 por ciento. En 2016, las previsiones establecen un 30 por ciento. En los siguientes años, seguirá ascendiendo la proporción. En 2017, un 33 por ciento; en 2018, un 36, y en 2019, un 38.
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