El Renault Kadjar, hermanado con el exitoso Nissan Qashqai, fruto de la alianza entre el Renault y Nissan, es una de las opciones más atractivas dentro del segmento SUV. Un segmento que, por cierto, está viviendo su particular momento de gloria.
Tamaño. A pesar de no tratarse de un vehículo especialmente compacto, el Kadjar y sus 4,44 metros de largo no se han ido de tamaño como lo hicieron algunos de sus competidores en el segmento. Esto, lejos de ser una pega, es casi una bendición en un momento en que los coches ganan tamaño desmesuradamente. Por debajo queda el Captur y por encima el nuevo Koleos.
Diseño. Aunque es muy subjetivo, Renault ha conseguido un diseño muy atractivo para su SUV compacto, algo muy a tener en cuenta sabiendo que basa su desarrollo en el Qashqai. Así, se ve muy actual, empleando detalles tan llamativos como la iluminación de tipo LED.
Consumo. Y esto nos lleva a un consumo que verdaderamente es lo que destaca en el Kadjar 1.5 dCi 110 CV. Es sencillo rondar los 5 l/100 km en uso mixto, una muy buen cifra en términos generales.
Maletero. Tal vez su tamaño no le permita superar la barrera de los 500 litros de maletero, pero esto no le impide lograr una cifra más que satisfactoria. Los 472 litros que declara son más que la media, y además bien aprovechados.
Comportamiento off-road. A pesar de que prácticamente ningún SUV ofrece unas capacidades todoterreno elevadas, el Kadjar se defiende bien. Sus 200 mm de altura libre al suelo, unas suspensiones de tarado blando y unos ángulos todoterreno aceptables dan buena cuenta de ello.
En todo caso, el Kadjar ofrece en las versiones X-MOD el Extended Grip, un control de tracción avanzado que mejora la motricidad en terrenos complicados. Para los más expertos la tracción a las cuatro ruedas está disponible junto al motor diésel de 130 CV.
Precio. Frente a un Mégane Sport Tourer es ligeramente más caro, pero en conjunto goza de un precio bastante competitivo. Obviando eventuales descuentos u ofertas, el Kadjar arranca en 20.120 €. 21.970 € con el motor que nos ocupa.
Cambio EDC. Seamos sinceros, el cambio automático de doble embrague EDC es una opción magnífica. Funciona bien en términos generales y logra incluso reducir el consumo homologado. Pero sigue sin devolver un comportamiento tan redondo como, por ejemplo, el reputado DSG. Es rápido y suave, aunque en ocasiones la electrónica parece no actúa todo lo rápido que desearíamos.
Comportamiento. Nadie ha pedido un SUV con el comportamiento de una berlina, o al menos nadie debería. Pero teniendo en cuenta que no es un todoterreno, su labor en carretera podría estar más pulida. Es muy cómodo, pero en zonas reviradas no invita a aumentar el ritmo. Una pena teniendo un Mégane a su lado que obtiene mucho mejor resultado.
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