La Dirección General de Tráfico comenzó este mes de marzo con una campaña especial de vigilancia del cinturón de seguridad. Para ello, además de aumentar la vigilancia de su uso tanto en vías urbanas como interurbanas, publicó una serie de artículos y posts en su web oficial y redes sociales para concienciar a los conductores sobre la importancia vital de llevarlo siempre puesto, más allá de las multas. Uno de ellos fue el del pasajero bala.
En él se mostraba gráficamente las consecuencias de esta peligrosa figura en un accidente de tráfico. El ocupante trasero que no lleva puesto el cinturón de seguridad, cuando es obligatorio su uso, se convierte automáticamente en un proyectil, que puede acabar con la vida del resto de ocupantes, además de la suya propia, si el coche choca frontal o lateralmente.
En primer lugar, en una colisión frontal entre dos coches a gran velocidad, el pasajero bala sale disparado por la inercia del impacto, inevitablemente, hacia la fila de asientos delanteros. Golpea fuertemente el respaldo del asiento delantero más próximo, aplastando la espalda y abdomen del ocupante delantero, provocándole así la muerte.
Según los expertos, en este tipo de choques el pasajero bala se convierte en un proyectil que destroza todo lo que encuentra a su paso. Y causa heridas mortales tanto al resto de ocupantes como a sí mismo. Así, las probabilidades de muerte se multiplican por ocho con respecto a un pasajero trasero que lleva abrochado su cinturón.
Aunque algo menos mortales, los choques laterales con el pasajero bala a bordo también son especialmente peligrosos. Dependiendo del ángulo del impacto, el pasajero también puede dañar a los de delante, multiplicando por tres el riesgo de provocar lesiones mortales.
Asimismo, en los impactos de alcance entre dos vehículos (por detrás), el riesgo se multiplica por 1,5. La DGT afirma que el conductor que lleva puesto el cinturón y circula a 50 km/h recibe un golpe por la espalda de un pasajero bala de 75 kilos, soportará un impacto real de 1.500 kilos, como si un coche pequeño impactara sobre su espalda.
La DGT tampoco se olvida de los objetos que dejamos sueltos dentro del vehículo. Un ejemplo son los teléfonos móviles, tablets, mochilas, maletas, maletines u otros vehículos, como una bicicleta. No llevarlos bien atados o, directamente, no meterlos en el maletero o en un portabicis homologado, pueden convertirse también en proyectiles que pueden causar la muerte a los ocupantes en caso de accidente.
Hay que recordar que, en un impacto a 50 km/h, el objeto saldrá disparado multiplicando su peso 50 veces más, mientras que a 90 km/h son 120. Así, un teléfono móvil, cuyo peso es de 400 gramos, podría convertirse en un proyectil de 12 kg que podría impactar sobre tu cabeza, cuello o abdomen, causándote graves lesiones. No digamos con objetos más pesados como un ordenador portátil o una mochila. En este último caso, si el vehículo choca frontalmente a 90 km/h, puede convertirse en una mole mortal de 500 kg.