Vladimir Putin estrenó su nueva limusina el día en el que iniciaba su cuarta legislatura como presidente ruso. Su nuevo vehículo oficial es de origen “patrio”, ha salido de un proyecto denominado Kortezh (“cortejo”, en castellano) y se inspira claramente en los vehículos de la marca Rolls-Royce . Aunque apenas la disfrutó (más adelante te indicamos por qué).
El máximo mandatario de la nación más grande del mundo apuesta por la industria de su país y pretende abandonar los Mercedes-Benz que han trasladado a los presidentes de Rusia desde 1997. Para ello, puso en marcha un proyecto que denominó Kortezh y que encargó al Instituto Central de Investigación del Automóvil de Rusia, integrado por ingenieros de las principales marcas automotrices de la región (Sollers, GAZ, Kamaz y Zil). Contó con una inversión inicial de 165 millones de euros.
Ya fue noticia hace unas semanas que la nueva limusina había superado los test de choque
El resultado ha sido la creación de una nueva marca, llamada Aurus. Además del coche del Presidente, fabricará vehículos de un estilo similar para el resto de componentes del Gobierno y para los dueños de las mayores fortunas del país.
En cuanto a la limusina de Putin, pocos datos han trascendido hasta el momento; tan solo que la ha fabricado Zil, que está blindada para salvaguardar la vida del Presidente y que cuenta con equipamiento armamentístico para defenderse ante un ataque. No hay confirmación oficial sobre su mecánica, pero los medios locales hablan de un propulsor con arquitectura V12 o V8 (habría sido desarrollado junto a Porsche), una potencia superior a los 800 CV, una longitud de más de 6 metros y un peso de unas 5 toneladas.
Tampoco se han mostrado imágenes del interior, aunque se prevé que se haya diseñado con todo lujo de detalles para que sea un modelo del todo exclusivo. Debe tener espacio suficiente, además, para acoger a parte del equipo de Putin en los desplazamientos.
Este vehículo competirá en ostentación con la limusina de Donald Trump
Aunque la presentación del vehículo fue por todo lo alto, con imágenes que parecían sacadas de un anuncio o una película, lo cierto es que el coche apenas recorrió 300 metros (parecen muchos más, eso sí, por la cantidad de cámaras que recogieron este trayecto). Y no se volvió a ver.
Putin, una vez salió del Kremlin tras tomar posesión como Presidente, volvió a utilizar el Mercedes-Benz S600 que emplea desde hace unos años, dejando aparcada la nueva limusina, según informa ABC. De hecho, el coche fue retirado pronto de la escena pública, por lo que rápidamente empezaron a surgir los rumores acerca de un posible fallo mecánico del vehículo.