El Suzuki Jimny se presenta como uno de los pocos todoterrenos puros que se mantienen, y se presenta en un formato realmente divertido.
Casi cincuenta años después de su nacimiento, el último Suzuki Jimny sigue siendo un auténtico ‘juguete’ para incondicionales del off road. Un verdadero todoterreno que renace sin perder de vista los valores del pasado, pero con equipamiento de nuestros días para convertirse en uno de los coches más divertidos fuera de la carretera.
Cada vez quedan menos todoterrenos puros en el mercado, y menos en un segmento tan accesible como el que propone este pequeño coche. Pequeño en tamaño, porque el Suzuki Jimny, ya en su cuarta generación, se hace grande en cuanto se mueve por el hábitat para el que ha sido desarrollado, el campo. Precisamente, como ha hecho desde 1970, el año de su nacimiento.
Por fortuna, el Suzuki Jimny no se ha dejado llevar por la moda SUV, y lejos de ofrecer un coche polivalente de corte asfáltico mantiene, cuando no mejora, sus aptitudes de siempre; esas que le han convertido en modelo de culto y especialmente valorado entre los conductores off road.
Estas armas no son otras que, para empezar, un completo sistema de tracción 4×4, con reductora, bastidor de largueros y travesaños, suspensión de ejes rígidos… Así visto, parece que se ha quedado anclado en el pasado, lo que sería un discurso un tanto sesgado si no atendiésemos a cómo todo ello da forma en el nuevo Suzuki Jimny.
Menos es más
Esta es la norma que dirime cada elemento del nuevo Suzuki Jimny. De hecho, respecto a la tercera y veterana generación (aquella salió a la luz en 1998) apenas cambia dimensiones.
El conjunto conserva unas medidas realmente compactas, de solo 3,6 metros de largo contando la rueda de repuesto que, al estilo clásico, se posiciona en el portón trasero; y esto no es por estética, pues esta rueda es del mismo tamaño a las montadas y responde al espíritu aventurero del vehículo.
Son, en definitiva, 50 mm menos que su antecesor para una misma batalla, 5 mm más de altura y un crecimiento generalizado de ancho de vías (40 mm más en cada tren). Así las cosas, el espacio es el que hay, establecido en base a una carrocería muy cuadrada que, desde luego, no buscar ser eficiente en aerodinámica.
Sorpresa
Dentro, da una buena cota de altura en ambas filas, siendo de anchura más justo. Esto, delante, implica que la puerta quede muy cerca del conductor y que apenas haya sitio entre butacas para ofrecer huecos practicables. Además, el volante solo es regulable en altura, y sin demasiado margen de ajuste.
La zona trasera está pensada para, o bien acoger a dos personas (aunque la banqueta es corta y no hay reposabrazos, acepta al pasaje de forma razonable), o ser utilizada como maletero. Ante el limitadísimo vano que hay con cuatro personas a bordo, los respaldos traseros se abaten y amplían las posibilidades de carga: de solo 85 litros a 377, midiendo hasta el techo, respectivamente.
Adaptado al medio
Dejando a un lado estas limitaciones, inherentes al modelo, el nuevo Suzuki Jimny responde con más ambición a la demanda de equipamiento actual. Este acabado Mode 3, el más alto de la gama, aporta elementos como un sistema multimedia con pantalla táctil y conectividad con teléfonos móviles, al estilo del Suzuki Vitara; y se preocupa de mejorar la seguridad con el sistema ‘Dual Sensor Brake Support’ (DSBS): integra la frenada predictiva, alerta por cambio de carril, detector de fatiga, asistente de luces largas y reconocimiento de señales de tráfico.
Todo, no olvide, bajo un formato de sencillez que concentra, como seña de identidad, cualidades off road destacables.
Sin límites en la ruta
A decir verdad, en marcha se aprecia el tacto de los antiguos Suzuki Jimny, con algo más de confort, merece resaltar. Ese bastidor de largueros y travesaños, unido al esquema de tres apoyos rígidos para cada eje de suspensión, le otorga beneficios en campo, pero también un comportamiento menos asfáltico por el que, ahora, la mayoría de todocaminos apuesta.
En efecto, la estabilidad es aceptable, pero poco propicia para rodar a ritmo elevado por carretera (amortiguación bastante blanda), donde tampoco ayuda una dirección con mucho recorrido entre topes que resta agilidad y precisión a la conducción.
De igual modo, las prestaciones del único motor existente invitan a la calma. El cuatro cilindros atmosférico de 1,5 litros entrega 102 CV y un par escaso: 130 Nm. Cifras con las que se mueve a velocidades legales sin aspirar a ir mucho más allá. Por fortuna, los cortos desarrollos del cambio manual (cinco relaciones) juegan a favor para obtener un reprís adecuado, a costa de un régimen de marcha elevado (a 120 km/h ya alcanza 3.700 rpm), merma del confort acústico y consumo quizá más alto del exigible en este tamaño: entre 6 y 7 l/100 km.
Mejor fuera que dentro
Sin embargo, una vez en su ambiente preferido, esto es, fuera del asfalto, todos estos condicionantes desaparecen en parte, y el Suzuki Jimny se muestra en todo su esplendor. No va a ser el más rápido, ni el más efectivo de guiar por sitios complicados, pero ofrece una verdadera experiencia off road.
Para zonas fáciles, se vale con la tracción al eje trasero; además, tampoco el empuje del motor le pone en aprietos. Con la palanca de la transmisión, al lado del cambio, se puede seleccionar el modo 4×4 o, ya en situaciones que lo exijan, y a velocidad reducida, la marcha reductora.
Compañero de aventuras
Sus cortos voladizos le otorgan unas excelentes cotas de todoterreno: ángulo de ataque de 37º, ventral de 28 y de salida nada menos que de 49º. Sumado a una distancia al suelo de 210 mm (no tan llamativa, aunque 10 mm mayor que la anterior generación) afronta un uso por campo muy divertido.
El contenido peso colabora a la hora de subir rampas de cierta magnitud (recuerde que el par es escaso), destacando la buena motricidad que propician los neumáticos, de corte totalmente campero.
Al final, el Suzuki Jimny le traslada a la conducción pura de hace décadas, un oasis dentro de la vorágine crossover que nos invade. Muchos renegarán de su limitado rendimiento mecánico, pero los fieles al modelo abrazarán este renacer a un precio, incluso en este tope de gama (20.820 euros, aunque disponible desde 17.000) asequible para la mayoría.
Fotos: Paloma Soria
Ficha técnica Suzuki Jimny 1,5 l 4×4 Mode 3
TIPO DE MOTOR | Gasolina, 4 cilindros en línea, atmosférico |
CILINDRADA | 1.462 cm3 |
POTENCIA | 102 CV a 6.000 rpm |
PAR MÁXIMO | 130 Nm a 4.000 rpm |
V. MÁXIMA | 145 km/h |
ACELERACIÓN | n.d. |
CONSUMO | 6,8 l/100 km (mixto) |
MEDIDAS | 3.645 / 1.645 / 1.725 mm |
NEUMÁTICOS | 195 / 80 R 15 |
PESO EN VACÍO | 1.135 kg |
MALETERO | 85 – 377 l |
PRECIO | 20.820 € |
GAMA DESDE | 17.000 € |
CUOTA RENTING | 497 €/mes* |
LANZAMIENTO | Octubre de 2018 |
*Importe aproximado para 4 años y 25.000 km anuales
Equipamiento Suzuki Jimny 1,5 l 4×4 Mode 3
De serie: Control predictivo de frenada; alerta de cambio de carril; detector de fatiga; control de velocidad de crucero con limitador; reconocimiento de señales de tráfico; asistente de luces de carretera, control de descenso y de retención en pendientes; tracción 4×4 con reductora; control de tracción SLD; llantas de aleación de 15 pulgadas; rueda de repuesto de tamaño normal; faros de LED; luces de conducción diurna y antinieblas; cristales traseros tintados; retrovisores exteriores regulables eléctricamente; volante multifunción de cuero; columna de dirección regulable en altura; climatizador; asientos delanteros calefactables; radio CD MP3; radio digital DAB; Bluetooth; pantalla táctil de 7,0 pulgadas; Android Auto; Apple CarPlay; Mirror Link; navegador y tomas de corriente de 12V en consola central y maletero.
Opcional: Pintura metalizada (550 euros) y pintura metalizada bitono (572 euros).