¿Merece ya la consideración de clásico el SEAT Toledo I?
Ponemos a prueba un SEAT Toledo I con el acabado “GT” y lanzamos esta pregunta, ¿es clásico ya o no? Porque bautizar un modelo como clásico produce siempre cierta emoción, incluso en un caso como éste en el que muchos se rasgarán las vestiduras, dado que acaba de cumplir los 25 años en este 2016.
Más allá de la edad, el conocido como Toledo I atesora una serie de hitos a sus espaldas por los que merece más atención de la que normalmente le hemos dado, empezando porque, como hemos dicho en la entradilla, es el primer SEAT nacido íntegramente bajo el paraguas de Volkswagen.
Hitos del SEAT Toledo I
No solo eso, también es el último fabricado en la Zona Franca, antes de que la producción se derivase a la moderna planta de Martorell.
Más aún, se trata del primer automóvil no alemán en equipar las archiconocidas mecánicas “TDI” 1.9 de 110 CV, la joya de la corona del Grupo VAG en aquellos momentos.
Eso por no hablar de que fue coche olímpico y contó con una de las versiones más exclusivas de la historia de SEAT, la “Podium”, destinada a los medallistas españoles en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, de la que se construyeron 20 unidades (13 entregadas a medallistas).
No nos olvidamos, el SEAT 10 millones fue un Toledo I TDI de color rojo que abandonó la línea de producción en 1995.
Y es que entre 1991 y 1999 se vendieron 559.041 unidades, 193.556 en España. Casi nada.
Afecta a que nos cueste verlo como clásico, el hecho de que estos Toledo de primera generación saliesen duros como piedras y no sea raro cruzarse aún con unidades en uso diario en estos días, por más que eso tendría que añadirle valor como coleccionable.
Un diseño inteligente
Sacamos esta resplandeciente unidad de la Nave A122 pensando que sigue viéndose totalmente moderno, lo cual es culpa a partes iguales de la conseguida línea nacida de Italdesign, con Giorgieto Giugiaro a la cabeza, y del hecho de que, como ya hemos dicho, aún se vean circulando.
Y eso que el SEAT Toledo I fue desarrollado en menos de tres años, inspirando sus líneas en el conocido como Proto T de 1989 y bajo la batuta del ingeniero F. Goes que ya participara del nacimiento del Golf original.
Lo que no extraña es su éxito, basta con subirse dentro para entenderlo, pues cuenta con una amplitud interior propia de nuestros días, y un maletero a la altura de los más exigentes.
Qué duda cabe que el maletero fue una de las claves de su éxito, pues aún cuesta creer que pueda ser tan grande. La jugada fue hacer del Toledo un falso tres volúmenes, pues bajo dicha apariencia, se disimulaba un portón que no solo guardaba un maletero gigantesco, sino que permitía un acceso franco al mismo.
El espacio para las plazas traseras es igualmente generoso, siempre hablando desde un punto de vista actual, y especialmente si pensamos en el vehículo al que toma el relevo, el cumplidor Málaga, que ya contaba de por sí con una buena habitabilidad.
El salpicadero cuenta con un diseño sencillo y agradable que, sin resultar una belleza, sí ha soportado muy bien el paso del tiempo, aunque lógicamente la calidad de los plásticos no resiste la comparación con un auto moderno.
Frente a nosotros, un sencillo cuadro, con el velocímetro presidiendo y el cuentavueltas a la derecha. Se agradece este elemento que, en aquellos momentos, aún no era moneda común en el segmento. Tampoco el doble retrovisor exterior. O el radiocasete, como podemos observar en nuestra unidad.
Es en estas ocasiones cuando somos conscientes del gran salto que se produjo en el automóvil con el cambio de siglo, generalizándose equipamientos y elementos de confort hasta ese instante reservados a las marcas premium, al menos a este lado del charco.
Motorizaciones
Otra de las claves del éxito del Toledo fue la amplia gama de motores con los que contó desde el inicio, aprovechando al máximo las sinergias del Grupo VAG.
Si hablamos de propulsores de gasolina, de inicio se ofertó con los 1.6 de 72/75 CV, 1.8 de 90 (8V) y 128 CV (16V) y el 2 litros de 115 CV. En 1995, el 1.8 16V se descatalogaba en beneficio del 2.0 16V de 150 CV, mientras que el 8V daba paso a un 1.6 con válvulas en V de 101 CV.
Por lo que respecta a las mecánicas diésel, contó de arranque con un 1.9 en versiones “D” (68 CV) y “TD” (75 CV), con inyección en precámara en ambos casos.
Justo a falta de dos años para la descontinuación de nuestro protagonista, se presentó el 1.9 “TDI” de 90 CV, siendo el broche el 1.9 “TDI” con turbo variable que daba 110 CV, que sólo estuvo un año en producción. Se trataba de un motor con unas prestaciones impensables hacía sólo unos años en una mecánica de gasóleo.
A los mandos del SEAT Toledo I
Estamos ante un automóvil prácticamente moderno. Basado en la plataforma de la segunda generación del Volkswagen Golf, el Toledo I comparte chasis con el Jetta, aunque éste es ligeramente más largo.
Su comportamiento es el de un coche actual, gracias, en buena medida, a que la suspensión trasera de ballestón transversal del Málaga había dejado paso a una más moderna de eje torsional. Compartir batalla, vías, y prácticamente frenos, suspensiones o dirección con el Golf II no podía ser más que garantía de un comportamiento excelente.
A los mandos, el SEAT Toledo I destaca la buena visibilidad y luminosidad del habitáculo, en el que no es difícil imaginarse a toda la familia haciendo largos trayectos cargados de equipaje. Los asientos, sin ser deportivos, sí sujetan bien el cuerpo y resultan cómodos, incluso los traseros.
Qué duda cabe que mejor contar, como en el caso de nuestro invitado, de una de las mecánicas más potentes. En este caso, bajo el capó se oculta el 2 litros de 115 CV que responde magníficamente bien a las solicitaciones de nuestro pie derecho.
Esta versión “GT” estuvo disponible también con cambio automático; con él se reducía la velocidad punta de 195 a 192 km/h.
Contamos con cuatro discos (ventilados delante) de freno que convierten la detención en uno de los puntos fuertes de este Toledo GT, ya que además fue el primer SEAT en equipar ABS.
Hablando del acabado “GT”, éste incluye llantas, taloneras y paragolpes del mismo color que la carrocería, la inscripción GT en calandra, taloneras y capó trasero, y un discreto alerón trasero que redondea una estética ya de por sí atractiva.
¿Clásico?
Legalmente, ya sabemos que se puede matricular como histórico, y por su importancia histórica, sin ningún género de dudas, pero tampoco vamos a ser más papistas que el Papa; todos estos coches de finales de los 80 y de los 90 tardarán en parecernos clásicos.
Esto es así porque aún están demasiado cerca en el tiempo, algo que ya sucedió en el pasado con todos y cada uno de los clásicos populares que ahora tanto añoramos, pues son en los que crecimos, con los que nos sacamos el carné, etcétera.
Así que, es inevitable que veamos a nuestro invitado como un preclásico, lo cual no debería significar nunca que lo despreciemos como coleccionable, pues no sería la primera vez que luego ha llegado la época de los arrepentimientos.
Puestos a otorgarle un papel en el mundo de los clásicos, este SEAT Toledo I se me antoja un automóvil ideal de iniciación. Sin puntos débiles aparentes, fácil de conducir y mantener, con una importancia que, como pasó con el Ibiza, será reconocida más pronto que tarde, estos primeros Toledo tienen ganado su puesto en la historia de nuestra automoción.
Porque en aquel “mundo exigente” que describía su eslogan, el SEAT Toledo I cumplió a la perfección su papel.
FOTOS JESÚS MARÍA IZQUIERDO
FICHA TÉCNICA SEAT TOLEDO I GT | |
Tipo de motor | Gasolina, 4 cilindros en línea, atmosférico |
Cilindrada | 1.984 cm3 |
Potencia | 115 CV / 5.400 rpm |
Par máximo | 16,9 mkg / 3.200 rpm |
V. máxima | 195 km/h (192 km/h el aut.) |
Aceleración | n.d. |
Consumo | n.d. |
Medidas | 4.321 / 1.662 / 1.424 mm |
Neumáticos | 195/50 R 15 |
Peso en vacío | 1.125 kg (1.155 kg el aut.) |
Cotizaciones | Valor sentimental |
Lanzamiento | 1991 |
Producción | 559.041 unidades entre 1991-1999 |