Nos ponemos a los mandos del coche que cambiará la historia de la marca nipona, el Mazda3.
Conserva el nombre pero ahora quiere jugar en otra Liga debido a su mayor compromiso en materia de calidad, tecnología y eficiencia. Hemos probado esta atractiva versión microhíbrida del Mazda3 que presume de etiqueta ECO.
El Mazda3 siempre ha sido un modelo vital en la marca. Y eso se nota. Más si cabe en esta última generación. Nueva de arriba a abajo, pone tierra de por medio respecto al modelo al que sustituye en muchos frentes, como el diseño, la calidad o la tecnología.
Mucho más de lo que esperas
Por fuera es más dinámico y pasional en sus formas. Por dentro se remata con una calidad prácticamente premium. Es tan minimalista y limpio en zonas como el salpicadero que hasta puede parecer que le falta ‘chicha’ o equipamiento.
Un error porque basta con echar un vistazo a la dotación de serie para comprobar que es tan avanzada como generosa, sobre todo en materia de seguridad.
Se ha cuidado la ergonomía. Las butacas de nuestra unidad nos permitirán recorrer largas distancias sin que aparezca la fatiga. Y si lo hace, una cámara situada en la pantalla central analiza los parpadeos, si cerramos excesivamente los ojos o abrimos la boca… y actúa en consecuencia, avisándonos con una alerta sonora.
Amplitud interior
Calidad, buen gusto, acabados con esmero delante y más espacio del que parece detrás, donde mis 1,70 centímetros no llegan al el techo. Más justo es el espacio para las piernas (nada alarmante) y lo peor quizás sea el acceso debido a que el marco de las puertas traseras queda algo bajo.
Puestos a pedir, quizás unas salidas de aire en esa zona estarían bien, así como algún litro más en el maletero para completar los 358 que ofrece.
En los motivos de compra de un vehículo está el diseño, el precio, el consumo, las prestaciones… y últimamente hacerse con las ansiadas etiquetas Cero o ECO que otorga la DGT. Nuestro protagonista lleva la última debido a un eficiente sistema de microhibridación asociado al nuevo motor 2.0 Skyactiv de gasolina con 122 CV.
Esta tecnología funciona a 24 voltios y aprovecha la energía de las frenadas y deceleraciones para almacenarla en una batería de iones de litio. Un pequeño propulsor eléctrico asiste al térmico a bajo régimen, pero su función principal, más que prestacional, se orienta a rebajar el consumo.
Perfecta compenetración
Y lo consigue porque junto al sistema de parada y arranque i-Stop (suave como pocos), un sistema de desactivación activa de dos de los cuatro cilindros, y a la navegación a vela cuando las condiciones de carga del motor lo permiten. Esta versión brinda consumos muy atractivos, como los 6,1 litros de media registrados.
La pregunta es si tanta eficiencia pasa factura al rendimiento real del motor. Algo sí, pero es más achacable a su naturaleza atmosférica que a otra cosa. A Mazda no parece preocuparle el ‘downsizing’ y tampoco la sobrealimentación.
El bloque de 2,0 litros es agradable, progresivo y silencioso a más no poder. Pero a bajo régimen le cuesta trabajar. Si queremos tener una respuesta contundente hay que llevarlo siempre entre 4.000 y 6.000 rpm y eso implica tener que acudir al cambio asiduamente.
La verdad es que esto no es problema. Más bien al contrario. El tacto de la pequeña palanca y sus precisos movimientos son, sencillamente, una gozada, hasta el punto de que, aunque somos defensores de las transmisiones automáticas, con cajas como esta la duda es razonable. Digamos que corre y acelera bien, pero en las recuperaciones hay que echarle un cable y reducir.
Respuesta óptima
Otro punto a favor es la puesta a punto del chasis. Vale que los 122 CV no le convierten en un ‘purasangre’, pero ofrece un compromiso entre estabilidad y confort muy elevado. La dirección es precisa, el tren delantero no se rinde nunca y la zaga redondea y hasta desliza ligeramente para completar los giros más complicados. Si forzamos más de la cuenta la electrónica entra en acción.
La calidad de bacheo es notable, sin recurrir a amortiguadores adaptativos, y las frenadas resultan estables gracias a su generosa ‘pisada’. En general transmite un aplomo más en la onda de un vehículo más grande de lo que realmente es.
Texto: Gregorio Arroyo // Fotos: Paloma Soria
Ficha técnica Mazda3 2.0 Skyactiv-G 122 CV Zenith
TIPO DE MOTOR | Gasolina, 4 cilindros en línea, atmosférico |
CILINDRADA | 1.998 cm3 |
POTENCIA | 122 CV a 6.000 rpm |
PAR MÁXIMO | 213 Nm a 4.000 rpm |
V. MÁXIMA | 197 km/h |
ACELERACIÓN | 10,4 s (0 a 100 km/h) |
CONSUMO | 6,3 l/100 km (mixto) |
MEDIDAS | 4.460 / 1.795 / 1.435 mm |
NEUMÁTICOS | 215 / 45 R 18 |
PESO EN VACÍO | 1.274 kg |
MALETERO | 358 – 1.026 l |
PRECIO | 26.115 € |
GAMA DESDE | 23.415 € |
LANZAMIENTO | Marzo de 2019 |
Equipamiento Mazda3 2.0 Skyactiv-G 122 CV Zenith
De Serie: Head up Display; G-Vectoring Control+; asistencia a la frenada de emergencia en ciudad con detección de peatones; control del ángulo muerto; alerta de fatiga del conductor; asistento de tráfico trasero; reconocimiento de señales de tráfico; aviso y mantenimiento de carril; control de crucero adaptativo por radar; pantalla en el salpicadero de 8,8’’; sensores de aparcamiento delanteros y traseros; luces de carretera inteligentes; climatizador bizona; sensores de luces y lluvia; navegador; Apple CarPlay y Android Auto; cámara trasera; acceso y arranque sin llave; retrovisores autocromáticos; llantas de 18’’; faros Smart Full LED adaptativos; sistema de sonido Bosé con 12 altavoces; llamada de emergencia automática e-Call y cristales traseros privacidad.
Opcional: Pintura Soul Red Crystal (800 euros); pintura metalizada (500 euros); Pack Safety Black, con asientos en cuero negro, los delanteros calefactados, asistente de frenada en ciudad trasero, asiento del conductor eléctrico y con memorias, camara 360º, detector de tráfico delantero, detector de tráfico trasero con frenada activa, asistente de tráfico de crucero, memoria de posición del puesto de conducción (asiento, retrovisores exteriores y Head up Display) y detector de fatiga con cámara (2.800 euros); cargador de móvil inalámbrico (155 euros) y estriberas en las puertas iluminadas (362 euros).