Nos ponemos a los mandos de unos de los SUV más atractivos del panorama nacional, el Mazda CX-5 con motor de gasolina.
Cambia, quizá sutilmente, su aspecto exterior, pero el nuevo Mazda CX-5 introduce novedades técnicas de peso que le convierten en uno de los SUV más avanzados y refinados. Hemos probado la versión de acceso en gasolina.
El Mazda CX-5 ha sido siempre un modelo vital en la cuenta de resultados de Mazda, más ahora, con un mercado que experimenta una creciente fiebre por los modelos de corte SUV. Por eso renovar un vehículo de este calibre conlleva tensiones y al final no podemos hablar de una generación completamente nueva, aunque sí introduce cambios y mejoras de consideración.
Imagen familiar
Su línea es muy continuista, de acuerdo, pero si raspamos por encima comprobamos que hay más trabajo de lo que parece. El frontal es más afilado, retrasa los pilares A delanteros 35 mm, rebaja la altura del conjunto otros 35 y crece 10 mm más en longitud. La estampa es más elegante y dinámica, dentro de unos márgenes que no han querido arriesgar demasiado.
Algo similar ocurre en el interior. En Mazda les gusta referirse a la fusión Jinba Ittai; yo prefiero hablar de buena ergonomía, un tacto muy agradable de todos los mandos que rodean al conductor y buena visibilidad gracias por su generosa altura.
Gana puntos respecto al anterior Mazda CX-5 al analizar el confort, fruto de una insonorización más intensa y al nuevo diseño de unos asientos delanteros que sujetan con mayor eficacia, así como unas plazas traseras que ahora pueden regular la inclinación de los respaldos (40/20/40) en dos etapas. Eso sí, la plaza central queda algo justa para la presencia de tres adultos. Pueden acogerlos, sí, y realizar un viaje, también, pero si es demasiado largo, la comodidad se pondrá en un compromiso.
Alto nivel de acabados
El habitáculo resulta muy agradable y amplio. La palanca del cambio está más cerca de un volante multifunción que también se ha rediseñado. De serie, con nuestro acabado Zenith, contempla hasta Head-up Display con una pantalla transparente retráctil, situada sobre el cuadro de mandos, que ofrece buena información sin tener que desviar la vista de la calzada.
Más peso informativo tiene la ubicada en el salpicadero, táctil sólo cuando el vehículo está parado y que se gestiona con el mando circular HMI Commander. Un último guiño que facilita las cosas es el portón eléctrico, también sin sobreprecio y primicia en la gama, que da paso a un maletero que acaricia los 500 litros, un volumen más que generoso.
Diseño Kodo, Jinba Ittai… Ahora toca hablar de la tecnología SKYACTIV, en ‘cristiano’, soluciones para lograr la máxima eficiencia a nivel de chasis, motores, transmisiones… Excelente trabajo de Mazda en este campo en los últimos años.
Mejoras dinámicas
La carrocería es más ligera, pese a que ha incrementado un 15 % la rigidez torsional, y ha mejorado tanto la dirección como la suspensión y los frenos para obtener una respuesta más directa, más comodidad general y una estabilidad sólida.
De cara a mejorar la dinámica del vehículo incluye un elemento vital, como el G-Vectoring Control. Este sistema analiza parámetros de la dirección y el acelerador al entrar en una curva, gestionando el par límite que reciben las ruedas delanteras para no perder motricidad. Es decir, nos hace mejores conductores sin que nos demos cuenta. La oferta mecánica del Mazda CX-5 contempla versiones de gasolina y diésel. A tenor de los resultados logran una eficiencia digna de ser destacada. En particular, nuestro protagonista monta un 2.0 atmosférico (o sin turbo) de gasolina que eroga 165 CV.
Fiel a sí mismo
La mecánica, asociada a una transmisión manual de seis relaciones, es agradable, pero también fiel a su naturaleza aspirada en exceso. Esto supone que a bajo régimen le cuesta un tiempo reaccionar, no recibiremos una respuesta contundente hasta no superar las 4.000 rpm. Desde ese punto, y hasta las 6.000 vueltas, el propulsor se encuentra en su salsa (pone el tope en las 6.500 rpm). Por tanto, conviene llevarlo siempre ‘alegre’ para que la reacción sea más enérgica; por ejemplo, a la hora de afrontar un adelantamiento.
Una maravilla nos ha parecido el tacto del cambio. La diminuta palanca y la precisión de unos recorridos tan cortos como rápidos invitan a moverla sin descanso. Si nos vendaran los ojos pensaríamos que es la del roadster Mazda MX-5, no la de un SUV de talla. En fin, sobresaliente.
En marcha el Mazda CX-5 convence por el gran equilibrio que arroja entre apartados como el confort y la dinámica, más que correcta. No hay guiños hacia suspensiones adaptativas, pero lo cierto es que contiene perfectamente los balanceos de la carrocería y neutraliza la irregularidad del firme con franca naturalidad. Ayudan generosos neumáticos 225/55 R19.
Tracción total
La dirección es rápida y precisa: no envidia a la de un turismo. Mientras, la tracción total facilita las cosas y asegura mayor agilidad. En condiciones normales, el MazdaCX-5 actúa como un tracción delantera, pero envía hasta el 50 % del par disponible a las ruedas traseras para estabilizar el conjunto ante cesiones de agarre. Puede con pistas de tierra de dificultad baja o media, pero es un SUV que ante todo ama el asfalto.
Buena nota también para los frenos. Eficaces y sin perder las formas. Incluso en maniobras de emergencia. Y en cuanto al consumo medio registrado durante la prueba, señalar que fija 7,9 l/100 km. Dispositivos como el sistema i-stop (parada y arranque de motor, de los más rápidos y refinados del mercado, por cierto) ayudan a contener la sed de carburante.
Generoso y tremendamente avanzado es el equipamiento de serie en seguridad y conectividad de nuestra unidad: faros LED adaptativos y matriciales, alerta de cambio involuntario de carril con función correctora sobre la dirección, navegador o un equipo de sonido que firma Bose, con diez altavoces que harán las delicias de los oídos finos, vienen de origen.
En suma, una dotación muy completa que aún puede serlo más recurriendo a sendos packs opcionales disponibles.
Texto: Gregorio Zarzuela // Fotos: Paloma Soria
Ficha técnica Mazda CX-5 Skyactiv-G 2.0 AWD Zenith
TIPO DE MOTOR | Gasolina, 4 cilindros en línea, atmosférico |
CILINDRADA | 1.998 cm3 |
POTENCIA | 165 CV a 6.000 rpm |
PAR MÁXIMO | 208 Nm a 4.000 rpm |
V. MÁXIMA | 198 km/h |
ACELERACIÓN | 10,9 s (0 a 100 km/h) |
CONSUMO | 6,9 s l/100 km (mixto) |
MEDIDAS | 4.550 / 1.840 / 1.680 mm |
NEUMÁTICOS | 225 / 55 R 19 |
PESO EN VACÍO | 1.420 kg |
MALETERO | 477-1.620 l |
PRECIO | 33.680 € |
LANZAMIENTO | Mayo de 2017 |
Equipamiento Mazda CX-5 Skyactiv-G 2.0 AWD Zenith
De serie: Control de velocidad de crucero; acceso y arranque sin llave; climatizador bizona; mando HMI Commander; ordenador de consumos de viaje; sensores de lluvia y luces; llantas de aleación de 19 pulgadas; faros Smart Full LED adaptativos; vigilancia del ángulo muerto; detector de tráfico trasero; aviso de fatiga del conductor; cámara de visión trasera; sensores de aparcamiento delanteros y traseros; sistema de frenada autónoma en ciudad; alerta de cambio de carril no deseado; luces de carretera inteligentes; reconocimiento de señales de tráfico; pantalla táctil de 7,0 pulgadas; Head-up display a color; navegador; portón trasero eléctrico; sistema de sonido Bose; radio digital y retrovisor interior fotocromático.
Opcional: Pintura metalizada (520 euros); pack cuero: incluye asientos delanteros calefactados, eléctricos y con memoria el del conductor (2.050 euros); pack cruise: incluye Head-up display en parabrisas, control de crucero adaptativo, frenada de emergencia pre-impacto, techo eléctrico y pack cuero (5.095 euros).