“Cuando llueve, se producen más atascos”. Esta frase, repetida por muchos como un mantra, es una verdad que afecta especialmente a las grandes urbes. En ciudades como Madrid o Barcelona es muy probable encontrarse con grandes embotellamientos tanto en las entradas como en el centro. ¿Cuál es el motivo de este fenómeno?
Y no, al contrario de lo que muchos afirman, no es que caigan cuatro gotas y se nos olviden las normas básicas de circulación. Manuel Romana García, ingeniero y profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid, ha hablado en exclusiva con El País sobre este fenómeno; centrado, en este caso, en lo que él conoce: los famosos atascos madrileños en días de lluvia.
¿Lluvia = atasco?
Para empezar, Romana García desmiente la creencia popular de que siempre que llueve, se atascan las vías. “Ocurre más bien que las cosas se complican algunos de los días que llueve (…) cuando no llueve hay menos incidentes, y menos accidentes. La distancia de frenado no crece, las ruedas no pierden adherencia con acumulaciones de agua, la visibilidad no disminuye. Estamos acostumbrados a conducir en seco, y no hay demasiados incidentes en un día sin lluvia”, relata al citado medio.
Para él, el punto de partida de todo es que no vivimos en lugares en los que llueva de forma continua. Así, el agua en la vía se transforma en casi una excepción; por eso, cuando se producen días de precipitaciones torrenciales, llega el caos. “Las carreteras están preparadas para evacuar una lluvia no demasiado excepcional. Al alcantarillado urbano le pasa lo mismo. Por tanto, esos días hay agua en el firme, y la visibilidad empeora“, relata. Siguiendo sus palabras, en zonas como Galicia o el País Vasco, por ejemplo, estas situaciones de atascos se darían con menos frecuencia.
La culpa es de los conductores…
“Esto, unido a unos conductores que no cambian su comportamiento en hora punta, es una receta ideal para que se multipliquen los incidentes y accidentes. Hay así pérdida de carriles, y así caben muchos menos coches”, prosigue. Efectivamente, no es culpa de las malas condicciones atmosféricas que haya más atascos: es nuestra. No cambiamos nuestra forma de conducir; no salimos de casa antes y nos entran las prisas por llegar tarde al trabajo… Todo influye.
Parece que todavía no somos conscientes de que conducir con lluvia no es igual a hacerlo con el asfalto seco. En los días de agua, la adherencia del pavimento se ve reducida, por lo que aumenta la distancia de frenado. En estos casos deberíamos ampliar también la distancia de seguridad, cosa que no hacemos. También habría que extremar precauciones con motos, bicicletas y peatones, pues son más susceptibles de sufrir un incidente estos días. Como en la mayoría de ocasiones no cumplimos las recomendaciones, se producen accidentes que terminan ralentizando todo el tráfico.
… y de las autoridades
Eso sí, no solo echa la culpa a los conductores de que se produzcan atascos los días de lluvia. También habla de la falta de previsión de las autoridades. Según el experto, falta capacidad de reacción por parte de los Ayuntamientos. Para él deberían existir “planes de intervención más rápida los días de lluvia”. Entre sus propuestas, por ejemplo, que se regulen nuevamente los semáforos en vías de acceso a las ciudades en caso de accidentes.
En resumen, lo importante en los días de lluvia es la prevención. Salir antes para ir a trabajar, con el fin de evitar las prisas; llevar el coche correctamente preparado para el agua; y respetar y ampliar las recomendaciones de seguridad (aquí tienes unos consejos para conducir con lluvia). Y, por supuesto, armarse paciencia en caso de que el atasco sea completamente inevitable.