Se trata del primer vehículo eléctrico comercializado por la marca.
Los coches eléctricos no se comenzaron a producir en masa hasta bien entrado el Siglo XXI. Pero décadas atrás diversas experiencias de reconocidos fabricantes con este tipo de mecánica dieron lugar a vehículos más o menos solventes que tuvieron una gran acogida entre el público.
Uno de esos fabricantes fue Peugeot. Su desarrollo de coches impulsados con energía eléctrica no se acotan al nacimiento del Peugeot iON o al innovador Peugeot e-208 de este año 2020. Hay que remontarse a los años 20 del siglo pasado para encontrar los primeros prototipos de vehículos eléctricos, como el Peugeot 201.
Una alternativa a la escasez de combustible
Aunque este último modelo no se llegó a fabricar en serie, su experiencia sí que sirvió, 20 años después, para fabricar un nuevo coche eléctrico. Además, marcaría un hito en la historia de la automoción: el Peugeot VLV. Según Peugeot, todos los modelos eléctricos actuales “beben” de la influencia de este coche. Nació, según sus creadores, para asegurar la movilidad de servicios esenciales durante la Segunda Guerra Mundial.
El Peugeot VLV se lanzó al mercado en 1941, en los momentos más crudos de la Segunda Guerra Mundial y en el seno de la Francia ocupada por la Alemania nazi. Peugeot se convirtió así en la primera firma de automóviles en comercializar un coche eléctrico, apostando por un tipo de movilidad que prescindía completamente de los combustibles fósiles, muy escasos en esa situación de guerra, para servicios esenciales.
El coche para médicos y carteros
Entre estos servicios, el Peugeot VLV era el vehículo ideal para el reparto del correo o para asistencia de enfermos. El VLV era un mini cabriolet de dos plazas y su diseño era original y rompedor con respecto a los automóviles de la época. Contaba con cuatro baterías de 12 V, que desarrollaban una potencia de 3,3 CV y se podía recargar en cualquier enchufe, aunque tardaba 10 horas en recargarse completamente.
Su autonomía oscilaba entre 75 y 80 km, unas cifras sobresalientes para un coche fabricado sin apenas precedentes hace 80 años. Su velocidad máxima era de 36 km/h, lo que le convertía en un coche de uso urbano, fundamentalmente. A pesar de las dificultades de aprovisionamiento de materias primas durante esos años en Francia, se lograron fabricas 377 unidades del modelo. Cuatro años después, sin embargo, el régimen de Vichy, satélite de los nazis, prohibió su producción, obligando a Peugeot a centrarse sólo en la producción de maquinaria de guerra.
Pequeños lujos para la época
El Peugeot VLV fue además el primer coche de la marca en sustituir su logo del León por un rayo en el frontal, qeu simbolizaba el poder de la energía eléctrica. Además destacaba por su ligereza, gracias a su carrocería facturada completamente en aluminio. EL VLV pesaba 365 kg, baterías incluidas. Por otro lado, las puertas se cerraban mediante un pasador, como las de una casa y las ventanillas se podían subir y bajar manualmente, todo un elemento de lujo para la época.
Tras anularse su producción en 1945, Peugeot dejó aparcada la movilidad eléctrica durante 50 años, hasta que en 1995 comercializó el Peugeot 106 eléctrico, retomándose en parte los estudios de movilidad eléctrica del VLV, aunque adaptado a los nuevos tiempos. El 106 tuvo un destacado éxito comercial, sobre todo dentro de un mercado que nunca había oído hablar de eléctricos. Se vendieron 3.400 unidades en ocho años de producción, la mayoría destinados al sector público y a flotas de vehículos.