Tras casi diez años en el mercado, el Opel Insignia se renueva por completo. La berlina alemana no solo añade un nuevo apellido, Grand Sport, sino que cambia por completo su figura y su tacto. Estrena importantes novedades, tanto en equipamiento, como en seguridad, motorizaciones y tren de rodaje. Para conocerlas todas, nos hemos trasladado hasta Fráncfort para tener un breve encuentro con él.
Texto: Karam El Shenawy Pérez
Este 2017 parece ser el año de Opel. Sin dejar de lado la agitación social y económica que ha suscitado la venta a PSA, la marca alemana afronta este año como uno de los más importantes en lo que a producto se refiere, al tener programados hasta siete nuevos modelos. De todos ellos, el que protagoniza estas líneas, quizá sea el más importante, no tanto por volumen de ventas sino por imagen de marca.
En efecto, nos referimos al Opel Insignia. Un vehículo que llegó al mercado hace nueve años con el objetivo de volver a situar a la marca en el panorama de las berlinas medias. Hecho que logró casi desde el principio, al situarse como uno de los referentes de su segmento. Sin embargo, la vida comercial del modelo ha ido decreciendo paulatinamente, primero, por el aumento de los rivales y, segundo, por el éxito suscitado por los “SUV” (Sport Utility Vehicle).
Pues bien, para volver a copar los primeros puestos de su categoría, la firma del rayo acaba de presentar la tan esperada segunda generación. Un vehículo que eleva su condición “Premium” y la combina, de forma acercada, con un punto más de deportividad. Quizá por ello, los responsables comerciales del Opel Insignia hayan decidido añadir el apellido Grand Sport a su nomenclatura.
Todo ello, presentado bajo unas dimensiones que aumentan considerablemente. Así, la carrocería del Grand Sport aumenta su longitud hasta los 4,89 metros, es decir, 6 centímetros más que su predecesor, mientras que la variante familiar, que mantiene el nombre de Sport Tourer y que llegará unos meses más tarde, pasa a medir 4,98 metros… casi lo mismo que un Volvo V90. Cotas que se rematan con una anchura de 1,86 metros y con una altura de 1,45 metros en la berlina y 1,50 en el familiar, incidiendo directamente en su habitáculo, el cual, presenta una distancia entre ejes de 2,83 metros, es decir, 9,2 centímetros más.
Si nos centramos en el puesto de conducción, este Insignia propone una postura de conducción tres centímetros más baja, enfatizando así su carácter deportivo. Estéticamente hablando, el parecido con el Opel Astra es muy acusado, heredando elementos como la pantalla central táctil de 8,0 pulgadas o los asientos delanteros con certificación AGR. Sin embargo, el Insignia aporta ese toque “Premium” gracias a elementos como el “Head-up Display”, al cargador inductivo para teléfonos móviles o al sistema de sonido BOSE. Sin olvidar, claro está, el sistema “Opel OnStar” con punto de acceso WiFi y sistema de llamada de emergencia.
Mecánicamente hablando, la segunda generación del buque insignia llegará al mercado en mayo con nada menos que seis opciones diferentes, repartidas, equitativamente, entre diésel y gasolina. La primera terna no ofrece primicia alguna, pudiendo elegirse bien con el exitoso 1.6 CDTI, que se desdobla en dos niveles de potencia: 110 y 136 CV, o con el 2.0 CDTI de 170 CV.
La gama de gasolina, por su parte, sí ofrece más novedades. En este sentido, la más destacada llega de la mano del nuevo bloque turboalimentado de cuatro cilindros y 1,5 litros, que se venderá con una versión de acceso de 140 CV y con otra de 165 CV, ambas con un consumo de carburante de 5,9 y 6,0 litros cada 100 kilómetros, respectivamente. Por encima, se situará el conocido 2.0 Turbo de 260 CV, el cual servirá de antesala ante una futura versión OPC.
En lo referente a las transmisiones, la mayoría de ellos irá acoplada a una manual de seis relaciones, aunque el gasolina de 165 CV podrá hacerlo, opcionalmente, a la automática con convertidor de par, de seis marchas. Junto a ella, aparece como novedad, otra automática con convertidor de par, pero de ocho velocidades, que estará disponible como opción en el diésel de 170 CV y de serie en el gasolina más potente. Versiones, estas últimas, que también estrenan un sistema de tracción integral que, según Opel, es el más sofisticado de su categoría.
Durante la toma de contacto realizada por las carreteras de Fráncfort, pudimos probar tanto el nuevo propulsor 1.5 Turbo de 165 CV como el 2.0 CDTI de 170 CV, ambos asociados a la transmisión manual de seis relaciones y a la tracción delantera. El diésel es de sobra conocido, por su respuesta excelente a bajas vueltas, sobre todo por su consumo. Por ello, las miradas se centraron en el nuevo bloque de gasolina. Un motor que sorprende, desde el principio por su baja rumorosidad, tanto al ralentí –donde es casi imperceptible-, como en las fases de aceleración.
Ahora bien, tras rodar con él tanto por autopista como por carretera secundaria, la sensación que se nos queda es la de ser un motor bastante perezoso. Independientemente de la situación, le cuesta mucho trabajo adquirir velocidad, siendo necesario echar mano de la transmisión para bajar una relación y lograr esa fuerza que se le demanda. Pese a ello, los datos nos dicen que cifra una aceleración de 0 a 100 km/h de 8,9 segundos y una recuperación de 80 a 120 km/h en quinta, de 9,6 segundos. Eso sí, la respuesta cuando la aguja del cuentarrevoluciones está cercana a las 1.000 vueltas es encomiable… siempre y cuando el ritmo que mantengamos sea bastante comedido, pues a poco que necesitemos algo de brío, no lo tendremos.
Antes de hablar de la gama, no podíamos obviar el amplio elenco de asistentes y de ayudas a la conducción que ofrece. En este sentido, mantiene la mayoría de sistemas de su predecesor, como el de reconocimiento de señales de tráfico, el de alerta activo por cambio involuntario de carril, el control de velocidad de crucero adaptativo con asistente de conducción en atascos… Ahora bien, si por algo destaca esta segunda generación es por ofrecer la evolución de los faros delanteros adaptativos con tecnología de tipo LED “IntelliLux” que estrenó el Astra, ya que su haz de luz y su potencia son mucho mejores.
Como hemos mencionado anteriormente, el nuevo Opel Insignia Grand Sport se pondrá a la venta en el mes de junio aunque desde finales de abril estará abierta la posibilidad de realizar pedidos. La carrocería familiar llegará un par de meses más tarde, al finalizar el verano. La gama de acabados, a priori, se mantendrá, siendo la de acceso la denominada “Selective” y la más equipada “Exclusive”. En cuanto a los precios, estos subirán ligeramente respecto al actual Insignia, pero el equipamiento de serie será mucho más abundante ya que desde el más básico ya se ofrece el climatizador automático, el freno de estacionamiento eléctrico, el sistema multimedia “IntelliLin R 4.0” con pantalla táctil de 7,0 pulgadas, el arranque sin llave, el “Opel Eye” o el “Opel OnStar”. Así, el precio de partida que Opel ha anunciado arranca en los 28.658 €, mientras que el Insignia Grand Sport más caro, tendrá un precio de inicio, de 37.488 €.
Como novedad, a partir del verano se estrenará un programa de personalización llamado “Opel Exclusive” que permitirá a los clientes individualizar al máximo su Insignia Grand Sport, encontrando líneas especiales como la “OPC Line” o pudiendo modificar a su gusto tanto las tapicerías, como las llantas de aleación, las inserciones o el color de la carrocería. En este último caso, el cliente podrá incluso coger la tonalidad que le guste de otro elemento y añadirla a la berlina alemana. Eso sí, ante la pregunta de cuánto costará dicho servicio, desde la central europea nos han comunicado que aún están trabajando en ello