Cada año fallecen 1,25 millones de personas a causa de accidentes de tráfico y 50 millones resultan heridas. El 90 % de esas víctimas suceden en países con ingresos medios o bajos, aunque su parque automovilístico es la mitad que el de los países más ricos.
En África se producen 26,6 muertes por cada 100.000 habitantes como consecuencia de accidentes de tráfico. El ratio, en América, está en 15,9 fallecidos, mientras que en Europa solo se producen 9,3 víctimas por cada 100.000 habitantes. En total, 500 niños fallecen cada día en el mundo en accidentes viales.
Estos son algunos de los datos que se extraen del informe Managing Speed de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Han presentado este estudio con motivo de la celebración de la Cuarta Semana Mundial de las Naciones Unidas sobre la Seguridad Vial, que durará hasta el próximo domingo.
Los accidentes de tráfico son la principal causa de mortalidad infantil y entre las personas de 15 a 29 años. Casi la mitad de las víctimas (el 49 %) son usuarios vulnerables como los peatones, los ciclistas y los motoristas. Aunque estas cifras varían según los medios de transporte más utilizados en cada lugar.
En África, por ejemplo, la mayoría de las personas se desplazan a pie o en bici, por lo que el 38 % de los fallecidos son peatones. Las motos son el principal medio de transporte en Asia y el Pacífico, y eso se ve reflejado en las cifras, ya que los motoristas suponen el 34 % de las víctimas. En España el 53 % de las personas que perdieron la vida en las carreteras fueron conductores u ocupantes de turismos.
La ONU se propuso, en 2011, reducir en un 50 % el número de fallecidos por accidentes de tráfico hasta el año 2020. Para ello insta a los distintos países a tomar medidas para intentar evitar 3,6 millones de muertes y 40 millones de heridos en los próximos 20 años.
Una de las principales causas de siniestralidad es el exceso de velocidad. Esta misma semana la Fundación Mapfre ha publicado un estudio que demuestra que 7 de cada 10 conductores españoles no respeta los límites máximos de velocidad fijados en las vías. Según los datos de la OMS, solo reduciendo la velocidad media en un 5 % podrían evitarse un 30 % de los accidentes con víctimas.
Marcar un límite máximo de velocidad que no sea muy alto es solo una de las medidas para reducir la mortalidad en las carreteras. Mejorar la calidad de las vías con mayor siniestralidad también es efectivo, así como introducir elementos que frenen a los conductores, como las rotondas y los badenes. Sin embargo, la responsabilidad final recae sobre los conductores, que son los que, en última instancia, deciden llevar una velocidad inadecuada.