Las asociaciones de fabricantes de automóviles y el propio sindicato CC.OO. ya avisaron con anterioridad. Sin embargo, ahora ha sido la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) la que se ha mostrado contraria a la guerra contra el diésel que se está promoviendo desde el Gobierno. Para ellos, la subida de impuestos a este carburante es injusta; además de que tachan de ineficaces las medidas que (supuestamente) ayudarán al medio ambiente.
Desde la OCU han afirmado que no se oponen a equiparar los impuestos que se cobran al diésel y a la gasolina. Eso sí, piden que sea a la baja; es decir, que los impuestos de la segundo, mucho más elevados, se igualen a los del gasóleo. También proponen a Pedro Sánchez y su equipo una alternativa: si deciden seguir adelante con la subida, esperan que lo recaudado vaya para financiar un plan de ayuda a la compra de vehículos ecológicos.
La organización no se muerde la lengua al afirmar que esta guerra contra el diésel puesta en marcha por el Gobierno y algunas Ayuntamientos (como el de Madrid, dirigido por Manuela Carmena), no es más que un castigo a los que más dificultades económicas tienen. Los coches más antiguos de motorización diésel son los que más contaminan, y es a ellos a los que afectaran medidas como las restricciones de circulación en la capital. ¿Nadie se ha dado cuenta que el problema está en que, económicamente, no es posible hacer frente a la compra de un coche nuevo?
Para ellos, por tanto, es indispensable que se fomenten planes para renovar el parque automovilístico de nuestro país. No olvidemos que tiene unos 12,5 años de media; se sitúa como uno de los más viejos de toda Europa. Por ello desde la OCU piden que se fomente la implantación de los coches eléctricos y cero emisiones antes de intentar prohibir los actuales diésel.