Finalizada la vida útil del neumático, estos se sustituyen por otros nuevos y los usados quedan en el taller. Pero, ¿qué hacen con ellos después? Infinidad de cosas como, por ejemplo, construir campos de césped artificial para lo que se necesitan 22.000 ruedas.
La preocupación por el Medio Ambiente llevó a gobiernos nacionales y a la Unión Europea a crear normativas destinadas a, primero, no abandonar los productos fuera de uso en cualquier sitio para guardarlos de forma debida, y, en segundo término, a reaprovecharlos de la mejor manera ante el aproximamiento al fin de existencias de algunas materias primas. Es lo que se denomina economía circular. Es el caso de los neumáticos, los cuáles hemos dejado de ver abandonados. Ahora se reciclan, no para calzar otros vehículos, pero sí para separar sus componentes y buscarles nuevos usos como, por ejemplo, la construcción de campos de césped artificial, pavimentos de seguridad en parques infantiles o nuevas materias primas para la construcción de otros productos.
A muchos resultará curioso que un campo de fútbol se cree a partir de restos de neumáticos fuera de uso pero lo cierto es que esta técnica se lleva utilizando casi sesenta años y está implantada por todo el mundo. En la actualidad se puede emplear tanto como material de relleno o como de base elástica. Entre sus beneficios está su coste de realización y el de mantenimiento así como la capacidad de ser utilizado durante más horas sin la pérdida de la eficiencia. Así, para elaborar un campo de fútbol se requieren 100 toneladas de neumáticos que equivalen a 22.000 ruedas de turismo.
Su empleo entraña grandes beneficios para los deportistas y para el medioambiente pues ahorran unos 3.200 metros cúbicos de agua al año en riegos, no necesita fertilizantes, se puede jugar independientemente de las condiciones climáticas y permite más horas de práctica de deporte, 50 horas semanales, que uno de césped tradicional, 10 horas.
Sin embargo, desde Europa están trabajando junto a la Agencia Europea de sustancia y Mezclas Químicas (ECHA) en una normativa que restringiría el uso de microplásticos, algo que afectaría al relleno procedente de neumáticos fuera de uso. Además, esto pondría en jaque una parte de la industria nacional dedicada a este fin y taponaría hasta el 35% de las salidas de estos productos, más allá de que los propios campos de fútbol y rugby no cuentan con un sustituto óptimo de estas partículas procedentes de neumáticos fuera de uso. Resulta cuanto menos llamativo esta decisión por parte de la autoridad comunitaria al impulsar numerosas normativas que promueven la economía circular y esta, que está dando excentes resultados, ve comprometido su futuro.