Una vez más hemos visto cómo todo tipo de vehículos se quedaban atrapados cuando ha aparecido la nieve en nuestras carreteras. Cierto es que el temporal Filomena nos ha traído el invierno más crudo vivido en España en los últimos 50 años, pero también que nuestro país ha vuelto a demostrar que no está preparado para afrontar una nevada como sí lo están los países del norte de Europa donde conviven con la nieve durante varios meses. Y, uno de los trucos que podrían facilitar nuestra vida ante estas condiciones estaría en nuestras ruedas si usamos neumáticos de invierno.
Son neumáticos pensados para mostrar su mejor rendimiento cuando el mercurio baja y el dibujo de la banda de rodadura está diseñada para agarrarse al asfalto seco y frío del invierno pero también cuando aparece el agua en abundancia en la carretera, el hielo o la nieve. Estos cambios permiten evitar esa pérdida de tracción que muestran los neumáticos de verano.
Lograrán una menor distancia de frenada y se les puede utilizar como sustituto de las cadenas, las cuales pueden dañar nuestro neumático y el asfalto de la propia carretera.
Estas gomas están diseñadas para mostrar su mejor funcionamiento cuando el termómetro marca una temperatura inferior a los 7 º C. Tienen un compuesto específico para estas condiciones a diferencia de los neumáticos de verano que se endurecen a medida que el termómetro se acerca a los 0º. A eso suma que la banda de rodadura tiene surcos más profundos y que dentro de los propios tacos se añaden un sinfín de surcos y laminillas para entre el agua o la nieve y no interfiera en la llegada de la rueda al asfalto.
Se les distingue del resto entre toda la oferta comercial gracias a la inscripción “M+S” (Mud+Snow: Barro+Nieve) a la que acompañarán de una montaña de tres picos y un copo de nieve en su interior. Ambas inscripciones se pueden encontrar en el flanco de la rueda. En caso de adquirir un juego de neumáticos es recomendable ponerlas en las cuatro ruedas pues será fácil perder la estabilidad de uno de los ejes en plena conducción pero, en caso de que solo pongamos dos, estas deberían estar en el eje motriz es decir, las ruedas a las que el motor transmite su potencia.
Según algunos balances de mercado que han aparecido estos días, solo el 3% de las ventas de ruedas en estas fechas son de neumáticos de invierno, en contra de lo que sucede en otros países del centro y el norte de Europa donde es obligatoria su monta, quizás ahí está uno de los secretos por los que esos países no queden colapsados cuando el invierno muestra su crudeza.
Pero no todo es positivo. También tienen sus inconvenientes. Estos neumáticos de invierno no son funcionales para el verano, no ofrecen un agarre equivalente al de uno de verano y se desgastan demasiado rápido. Por ello, es conveniente alternar ambos juegos de neumáticos, cambiar las ruedas de nuestro coche según la estación en la que nos encontremos. Esto nos obliga a contar con un lugar donde guardar estas ruedas de invierno (fresco, seco y protegido de la luz), algo no demasiado fácil hoy día con el tamaño de nuestros pisos.
Por ello, cada vez, hay más talleres que ofrecen sus instalaciones para ‘guardarlos’ a cambio de un módico precio. En otros países hay conductores que, además de los neumáticos de invierno, también cambian las llantas, una convencionales de chapa lo que permite que el juego de rueda y llanta sea más económico.
Para finalizar, a diferencia de los neumáticos de verano, que permiten su uso hasta que la banda de rodadura tiene una profundidad inferior a los 1,6 mm, los neumáticos de invierno se deben jubilar cuando estas hendiduras tienen una profundidad inferior a los 4 mm.