Mercedes-Benz está de enhorabuena, pues en estas fechas se cumplen 20 años del “roadster” SLK, cuya gran novedad residía en la adopción de un techo duro plegable. La decisión de descartar una cubierta de lona ampliaba el rango de uso del coche a cualquier época del año y sin el temor de que sufriese desperfectos por parte de los incívicos. Además, al constar de varias piezas, no quitaba mucho espacio en el maletero. Sin duda, una idea totalmente acertada, a la vista de las ventas obtenidas: 310.000 unidades solo del primer SLK.
Pero vayamos un poco más atrás. El prototipo Mercedes-Benz SLK Study supuso el germen inicial del coche. Se presentó en 1994 y tuvo una gran acogida, de ahí que, dos años después, se lanzara el modelo de producción. A la venta hasta 2004, con una actualización que llegó en el año 2000, compartía componentes con el Clase C y disponía de motores de gasolina atmosféricos y sobrealimentados, con potencias que oscilaban entre 136 y 354 CV. El más potente correspondía a la versión 32 AMG, la de mayor tacto deportivo.
Según los gustos del cliente, había disponibles cajas manuales de cinco y seis velocidades, así como la automática “Speedtronic“, también de cinco relaciones. El control de estabilidad “ESP” se introdujo en el “restyling” experimentado y supuso un plus de seguridad para este biplaza de propulsión trasera.
El difícil reto de sustituir un modelo exitoso e icónico lo solventó la marca alemana con creces. La segunda generación, con formas más redondeadas y un frontal presidido por una gran estrella central, llegó en 2004. Prometía mejor dinamismo y mayor deportividad, así como un elevado placer de conducción. Entre las primicias tecnológicas que estrenó, merece destacarse el sistema “AIRSCARF“, unas salidas de aire caliente a la altura de las nucas de los pasajeros, para que pudieran disfrutar de viajes al aire libre, independientemente de la temperatura exterior. Hoy en día, este componente se sigue utilizando en los descapotables de la marca de la estrella.
En 2008, el coche fue sometido a un lavado de cara, que comprendía cambios en el frontal y en la zaga, así como un nuevo volante de tres radios y una instrumentación con gráficos rediseñados. Además, todos los motores aumentaron de potencia y, a su vez, lograron ser más eficientes y ecológicos. Un ejemplo, la mecánica de acceso a la gama, sobrealimentada por un compresor, pasó de 163 a 184 CV. Como punta de lanza, se encontraba la variante 55 AMG, con motor V8 de 5,4 litros y 360 CV.
La siguiente entrega del SLK desembarcó en 2011. En ella, se produjo un claro aumento de las dimensiones exteriores, respecto a las de su antecesor, y se siguieron optimizando tanto la diversión al volante como el apartado de la eficiencia. El coche podía estar equipado, por primera vez, con el sistema de alerta por cansancio del conductor “ATTENTION ASSIST” y con el techo panorámico “MAGIC SKY CONTROL“, que podía oscurecerse en unos segundos simplemente tocando un botón. De este modo, se podía viajar teniendo las sensaciones de sumar kilómetros sin techo y, a su vez, con las ventajas en confort de llevarlo puesto.
También estrenó la transmisión automática con convertidor de par “9G-TRONIC“, de nueve velocidades. Las mecánicas desarrollaban potencias de entre 184 y 421 CV. Como importante peculiaridad, hay que comentar que la fiebre turbodiésel llegó también a este tipo de vehículos, hasta ese momento, coto privado de los gasolina. El propulsor de gasóleo disponible entregaba 204 CV y se empleaba en la versión 250d.
Después de 20 años, ahora el mercado cuenta con la actualización de esta tercera entrega del SLK, que incluso ha cambiado de nombre, pasándose a llamar SLC. A continuación, tienes un espectacular vídeo del coche. Lo único que podemos desear es otros 20 años de vida a un coche que gratifica conducirlo.
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