El todoterreno más tradicional de la familia Mercedes-Benz no se escapa de los tentáculos del departamento AMG. Donde unos siempre han visto un vehículo capaz de salir airoso de los mayores retos que le pueda presentar el campo, otros ven una oportunidad para obtener prestaciones propias de un superdeportivo. Así es el Mercedes-AMG G 63 2018.
Mantiene el mismo aspecto espartano que tenía cuando llegó al mercado hace 40 años. A este conjunto, que ha sabido convencer a una clientela fiel, se añade un equipo de propulsión formado por una mecánica gasolina V8 biturbo de 4,0 litros y 585 CV, un nuevo tren de rodaje AMG Ride Control, programas específicos de conducción deportiva y un nuevo diseño interior que rezuma calidad.
Y tal torrente de potencia, sistemas mecánicos, equipamiento de lujo, sistemas de seguridad y confort (que a continuación detallamos) tiene un precio que, como suponíamos en su día, es alto. Aunque el modelo se presentó unas semanas antes del Salón de Ginebra, el coste no lo hemos sabido hasta ahora: comienza en 173.750 euros.
Pese a sus formas cuadradas, acredita un motor superlativo, propio de un superdeportivo. El V8 dispone de 585 CV y un par máximo de 850 Nm desde solo 2.500 rpm. Esto le permite acelerar de 0 a 100 km/h en solo 4,5 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 220 km/h (limitada electrónicamente) o de 240 km/h si dispone del paquete AMG Driver. Esto lo consigue gracias a dos turbocompresores situados en medio de las dos líneas de cilindros.
El consumo medio queda en 13,2 l/100 km y, para que no se dispare en algunos momentos, el propulsor dispone de desactivación selectiva de cilindros (AMG Cylinder Management). Esto se traduce en que, según las condiciones de la marcha y el estilo de conducción, se pueden desconectar los cilindros dos, tres, cinco y ocho.
El modelo llega sobrado de potencia, pero su orientación inicial es la de afrontar pistas rotas. ¿Cómo lo consigue? Dispone de una tracción integral con prioridad al eje trasero que incluye hasta tres bloqueos de diferencial, un cambio de 9 marchas con transiciones rápidas (AMG Speedshift TCT 9G), una suspensión independiente con eje de trapecio articulado detrás y una amortiguación adaptativa regulable, que analiza el grado de dureza que requiere cada situación.
La deportividad la ponen unos paragolpes rediseñados, más bajos y con entradas de aire, una parrilla específica con acabado AMG, unos ensanchamientos en los pasos de rueda, una nuevas salidas de escape y una llantas de 22 pulgadas que no parecen las más apropiadas para rodar por los caminos…
El Mercedes-Benz Clase G es nuevo y su interior ya incorporaba importantes cambios respecto a su predecesor. En la variante AMG tiene una configuración y unos acabados propios de un superdeportivo, como era de esperar. Así, dispone de un volante multifunción, nuevas salidas de ventilación, unos altavoces en el tablero de instrumentos, un asidero en el salpicadero para el asiento del acompañante y unos interruptores centrales con acabado cromado para el control del diferencial.
También está disponible una pantalla doble, de 12,3 pulgadas cada una: la primera hará las veces de cuadro de instrumentos, mientras que la segunda acogerá el sistema de infoentretenimiento.
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