No ha sido sencillo elegirlos, pues hablamos de una marca centenaria en cuyo catálogo encontramos todo tipo de automóviles. Desde el modesto Dixi al tecnológico i8, la trayectoria de la firma bávara está jalonada de vehículos marcados por la pasión. En este caso el 13 no es un mal augurio, sino todo lo contrario. Con todos vosotros, los mejores BMW de la historia.
Estamos ante un Austin Seven construido bajo licencia. Dixi los fabricaba en Alemania y, cuando BMW compró la marca, los siguió ensamblando hasta 1932. Se trataba de un pequeño automóvil de unos 400 kilos, con un motor de 747 cm3 de 15 CV que a duras penas alcanzaba los 75 km/h. En cualquier caso, era una velocidad más que suficiente para la época. A las 9.307 unidades del 3/15 que Dixi había fabricado hasta 1928, BMW sumó otras 18.976. Fue sustituido por el 3/20. Como vemos, cuando BMW se hizo con la marca Mini, fabricada inicialmente por Austin, terminó de cerrar el círculo.
Es el modelo con el que BMW dio su gran salto cualitativo en el periodo de entreguerras, especialmente gracias al motor diseñado por Fritz Friedler. Una mecánica de6 cilindros en línea y 1.971 cm3 que, muchos años después, se seguía montado en automóviles de altas prestaciones. Su rendimiento era de unos 80 CV, más que suficientes para mover los apenas 800 kg que pesaba el coche. El 328 fue heredero de la saga que se iniciara en 1933 con el 303 y es, a día de hoy, el más interesante de todos ellos. Únicamente se ensamblaron 464 unidades hasta su descontinuación en 1939.
Conocido como el coche de Elvis, se cuenta que tuvo dos unidades y que regaló uno a Ursula Andress durante el rodaje de Fun in Acapulco. La realidad es que eran alquilados. Y menos mal, porque hablamos de un automóvil del que únicamente se construyeron 252 unidades entre 1956 y 1960 y cuyos precios hoy en día rondan ya el millón de euros. ¿El motivo? Más allá de la exclusividad, ayudan su motor V8 de 3.168 cm3 y una estética que cautivó en su época y sigue cautivando hoy en día. Tras ella está la firma de Albrecht “Zeppo” Goertz. Su potencia era de 152 CV y rozaba los 200 km/h.
La llamada “New Class” –Nueva Clase– vino a rescatar a BMW en un momento en el que esta luchaba por sobrevivir. Presentada en el Salón de Frankfurt de 1961, sus líneas estaban desarrolladas por la propia marca, en colaboración con Michelotti. El motor era un alegre 1500 de 80 CV que fue evolucionando hasta los 2 litros. Del BMW 1500 se fabricaron 23.807 unidades hasta 1964, aunque el total de la New Class (que incluía a los 1600, 1800 y 2000) llegó a las 364.378 unidades cuando se puso fin a su producción en 1974. No solo salvó a la marca, marcó las pautas de diseño de la marca durante décadas.
Ya la inscripción “2002 turbo” invertida en el spoiler delantero era todo un aviso para los conductores que iban a ser adelantados. De manera sutil, venía a decir, “apártense”. A la mecánica de M10 de 1.991 cm3 de un 2002 Ti se le añadía un turbo KKK que llevaba la potencia hasta los 170 CV a 5.800 vueltas, lo que convertía a nuestro protagonista en un auténtico misil en aquellos primeros años 70. Baste decir que llegaba a 100 km/h en menos de 7 segundos y que su velocidad máxima era de 209 km/h. Apenas se fabricaron 1.672 ejemplares entre 1973 y 1975.
Producido entre 1973 y 1975, tan solo 167 unidades del BMW 3.0 CSL vieron la luz. Apodado como “Batmobile”, dado que sus apéndices aerodinámicos lo asimilaban al coche de Batman, lo cierto es que hoy en día es uno de los automóviles de la marca más buscados por los coleccionistas y, por ende, uno de los más cotizados. Su motor de 3.153 cm3 ofrecía unos notables 206 CV, más que suficientes para lanzarlo por encima de los 220 km/h. Las versiones turboalimentadas se fueron hasta los 800 CV. Como curiosidad, el alerón trasero no estaba homologado para calle, por lo que se entregaba desmontado en el maletero.
Código interno E26, la versión de calle del M1 es una verdadera rareza y uno de los pocos BMW de calle con motor central (¿contamos al Isetta). No fue rentable, ni tuvo éxito en competición, más allá de las carreras soporte de la F1, pero a quién le importaba eso. Es una belleza, con un motor 6 en línea de 3,4 litros que rendía 277 CV a 6.500 vueltas. Tardaba apenas 6,5 segundos en llegar a 100 km/h para una punta de nada menos que 262 km/h. Cuando en febrero de 1981 se puso fin a su producción, solo 453 unidades habían visto la luz.
Es uno de los modelos la firma más atractivos, especialmente en esta versión 635 CSi cuyo exterior es pura agresividad. Montó inicialmente un motor de 3.453 cm3 (3.430 desde 1982) que rendía 218 CV a 5.200 CV, gracias a los cuales alcanzaba los 100 km/h en menos de 8 segundos. La velocidad punta se iba 227 km/h. Su mecánica destacaba por su elasticidad y su respuesta en todo el rango de revoluciones, complementada con un cambio perfectamente escalonado. Se produjeron un total de 45.213 unidades hasta 1987, 28.146 destinadas al mercado europeo. A día de hoy, es uno de los BMW más buscados por los aficionados.
Puede que sea el BMW más famoso y popular de la historia, pues fue el encargado de colocar a la marca como exponente de la deportividad. En versión de carreras fue capaz de acumular títulos y victorias por todo el mundo, ya fuera en circuitos o en rallies e incluso en pruebas de resistencia. Propulsado por un motor 2.3 de 4 cilindros en línea, heredero de las mecánicas F1 de la marca en los 80, su potencia creció desde los 200 CV originales hasta los 238 CV del Sport Evolution de la imagen. Hasta 1991 se produjeron un total de 18.333 unidades las diferentes evoluciones.
La saga de los 840 y 850 cautivó a toda una generación, especialmente los segundos, con sus fabulosas mecánicas V12 que llegaron entregar 380 CV en versión CSi, siglas que, como ya hemos visto, siempre ponen un plus de picante a los modelos de la marca bávara. BMW valoró el lanzamiento de un M8 con una mecánica de 550 CV, pero finalmente se descartó. Aunque la velocidad máxima siempre estuvo limitada a 250 km/h, se cuenta que, sin limitador, podría haber alcanzado los 299 km/h. Se fabricaron 30.621 unidades de todas las versiones. BMW ha presentado recientemente una nueva Serie 8 que viene a ser la heredera de nuestro protagonista.
Debutó antes en el cine que en la vida real, pues apareció de la mano de James Bond en Golden Eye. Contó con varias opciones mecánicas, todas de gasolina, cuya culminación fue el 3.2 de 321 CV que equipó al Z3 M, a día de hoy la versión más buscada por los coleccionistas. Contaba con capota de lona y unas formas compactas de gran atractivo. Cuando cesó su producción en 2002, se había producido nada menos que 297.086 unidades, lo que le convertían el cabrio de la marca más popular. La unidad número 297.087 descansa en el museo de Spartanburg Art Museum de EE. UU.
Es sin duda el M5 más especial de todos, pues montaba un propulsor V10 derivado del que empleaba el equipo Williams en la Fórmula 1 en la época. Dicho motor cubicaba 4.999 cm3 y ofrecía una potencia de 507 CV a 7.750 vueltas. Las prestaciones también eran de infarto, pues alcanzaba los 100 km/h en apenas 4,7 segundos, con la velocidad punta limitada a 250 km/h. La caja de cambios era secuencial de 7 relaciones. Se produjo en versión berlina y, desde 2007, también como Touring. Hasta el año 2010, se ensamblaron un total de 20.589 unidades de las que 1.025 correspondieron al familiar.
El deportivo híbrido de BMW, monta una mecánica de gasolina de 231 CV, a la que se le suma un motor eléctrico que rinde 131 CV, lo que da una potencia conjunta de 362 CV y un par de 570 Nm. Acelera de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos, aunque su velocidad máxima se ha limitado a 250 km/h. Gracias al motor eléctrico, los consumos se reducen a 2,1 litros a los 100 km, con unas emisiones homologadas de 49 gr/km. En 2018 ha aparecido la evolución del modelo, sumándose a su gama también una versión Roadster. Mejora las cifras de su antecesor, llevando la potencia a 374 CV al tiempo que rebaja consumos y emisiones. Es todo un hito en la historia de la marca bávara.