Los coches camuflados con radar privados serán una realidad en Francia dentro de un par de meses, exactamente en noviembre, y el efecto contagio puede llegar a España también en breve.
Tras una fase de pruebas que debe haber resultado un éxito, en Francia ya han confirmado que a partir de noviembre los radares móviles de control de velocidad serán privatizados. ¿Eso qué quiere decir? Que los responsables de la utilización de los radares móviles en coches camuflados no serán los gendarmes sino conductores particulares que cobrarán por ello.
En un primer momento serán 26 los coches camuflados con radar los que se confiarán a estos conductores. El objetivo es alcanzar a todo el país con un total de 400 vehículos camuflados.
El gobierno de Emmanuel Macron se defiende de las acusaciones de buscar meramente aumentar las arcas estatales con más multas. Desde el ejecutivo francés se sostiene que se aplicará un completo control y vigilancia del servicio y que los operarios no serán pagados en función de la cantidad de sanciones que impongan.
Además, subrayan que generará empleo y que supone una importante medida para intentar acabar con el aumento de la siniestralidad en las carreteras francesas, que no ha parado de crecer en los últimos tres años.
La presión, así, sobre los conductores galos se multiplicará de manera importante. En la actualidad, los coches camuflados con radar que operan en Francia, en torno a 400, patrullan durante una media de una hora y 15 minutos. Incluso hay un porcentaje de este tipo de vehículos que no sale del garaje por falta de efectivos.
Con el nuevo sistema, los 400 coches camuflados con radar funcionarían a pleno rendimiento: todos y con hasta seis horas de patrulla, tanto de día como de noche.
La revista francesa ‘Auto Plus’ ha indicado que de dos millones de multas impuestas por exceso de velocidad en Francia en 2016, se pasaría a los ocho millones de denuncias por año, con el consiguiente aumento de ingresos para las arcas públicas.
¿Los coches camuflados con radar privados en España?
Pues no podemos descartar nada, porque es una medida que, se mire por donde se mire, es de lo más beneficiosa para el Estado: con un alto porcentaje de rentabilidad y que dejaría a la Guardia Civil de Tráfico para controlar otro tipo de cosas.
Si ya nos sorprendió la instalación de radares en avionetas tras la llegada de Pegasus, esto no nos parece tan descabellado.