Al igual que la vía romana de Icknield en Inglaterra, los caminos de piedra de Harappa en Pakistán o la legendaria Vía Apia en Roma, son ejemplos de antiguas carreteras cuyos restos aún se pueden ver en la actualidad, existen otro tipo de trazados que también te pueden poner los pelos de punta por su singularidad o alto índice de accidentes. Peligrosos caminos de tierra, pistas inundables, construidas al borde del desfiladero, con 3 metros de ancho y doble sentido, o cientos de kilómetros sin nada más que tú y los problemas por delante.
Os traemos una selección de las carreteras más peligrosas del planeta, ya sea por su estado de conservación o por la cantidad de siniestros que se producen a lo largo de su recorrido. Numerosos esqueletos de chapa inundan sus arcenes, en otros casos acaban en el fondo del río, barranco o tapados por las dunas. Ojo, estamos ante trazados que son una aventura por sí mismos, de paisajes extremos y una belleza incuestionable pero, con apellidos como “de la muerte” o “de los huesos”. Si te apasionan las emociones fuertes en ellas encontrarás una dosis asegurada de adrenalina al volante.
La carretera del Karakórum se encuentra a una altura de 4.700 metros sobre el nivel del mar y conecta China con Pakistán. Es una de las carreteras asfaltadas más larga del mundo, rodeada por unos paisajes únicos y siguiendo parte del trazado de la mítica Ruta de la Seda. Une las ciudades de Kashgar en China con la capital pakistaní, Islamabad.
Cuenta con una longitud de 1.200 km, cruza la peligrosa región de Cachemira, el valle de Hunza y atraviesa varios glaciares. Su construcción le costó la vida a numerosos trabajadores, que fallecieron por culpa de caídas al vacío o deslizamientos de tierras.
La carretera a los Yungas, en Bolivia, se encuentra en el ranking mundial como la más peligrosa del mundo. Cuenta con una altura de 4.650 metros sobre el nivel del mar. Su principal característica es su estrecho tamaño y que transcurre al borde del abismo andino.
Aunque ya existe un trazado alternativo, los aventureros más extremos siguen utilizándola para buscar las emociones más fuertes al volante. Tiene una longitud de 80 kilómetros y conecta la capital del país con Coroico, en la región andina de Los Yungas.
La autopista James W. Dalton, o Ruta 11, está ubicada en Alaska tiene una extensión del 666 km y pocos trazados en el mundo ofrecen el grado de aislamiento de esta vía estatal.
Es obligatorio portar suministros y saber cómo utilizarlos, ya que sólo hay tres pueblos en todo el trayecto. Una de las normas obligatorias de circulación es darle prioridad a los enormes camiones que circulan por ella. Enlaza la ciudad de Fairbanks con las instalaciones petroleras del norte.
El túnel de Guoliang está situado en la región de Taihang en China, su principal peculiaridad son sus 4 metros de ancho y que cruza túneles excavados en la roca al borde del abismo durante 1,5 km, se encuentra especialmente contraindicada para claustrofóbicos.
Emplazada en las montañas Taihanq, en el cantón de Hunan, su elevada peligrosidad quedó patente durante su construcción. En ella murieron parte de los trece lugareños que presuntamente la llevaron a cabo, en busca de una salida para su aislado pueblo en la cima de la montaña, Guoliang.
La ruta Tianmen Shan en China, es especialmente llamativa por sus 99 sinuosas curvas en 11 km. Se encuentra situada en un emplazamiento que parece de fantasía, el Parque Nacional de la Montaña Tianmen y es conocida como la carretera que lleva a la puerta del cielo.
Asciende la ladera rocosa hasta llegar a los 1.300 metros de altitud. Aunque está bien asfaltada es muy estrecha y sinuosa en algunas partes del trazado.
El paso de montaña Zoji La está situado en la conflictiva región del valle de Cachemira en la India y es uno de los trazados más míticos del país. Une las ciudades de Srinagar y Leh, antigua capital del histórico reino budista.
Esta carretera, que llega hasta los 3.530 metros sobre el nivel del mar, es una de las más altas de la cordillera del Himalaya. Su trazado se encuentra completamente lleno de rocas y ganado y tiene 9 km de longitud. En invierno es sepultada por metros de hielo y nieve.
El paso de Rohtang. Conecta el valle de Kullu con los Lahaul y los valles de Spiti de Himachal Pradesh en la India. La temporada de conducción es de mayo a noviembre, el resto del año es prácticamente inaccesible por las inclemencias del tiempo y el gran riesgo de desprendimientos de tierra.
Se sitúa por encima de los 4.000 metros de altura, Rohtang se traduce como pila de cadáveres, recibe este nombre debido a las personas que mueren intentando recorrer el paso con mal tiempo.
El paso de Gois situado en el departamento de la Vandea en Francia, es una carretera de la bahía atlántica de Bourgneuf que une la isla de Noirmoutier con la costa gala. Su peculiaridad es que la carretera queda anegada por el mar según la marea. El paso es practicable con la bajamar, quedando inundada dos veces al día por la marea alta.
La aparición de algas en la calzada la hacen especialmente resbaladiza. Sus 4,5 km de longitud y que queda cubierta por una profundidad de entre los 1,30 metros y los 4 metros la transforman en una vía altamente peligrosa y no apta para los despistes.
La autopista de Kolimá, más conocida como la carretera de los huesos, se encuentra situada en Siberia. La carretera, con una longitud de 2.000 kilómetros, une las ciudades de Magadan y Yakutsk y facilitó el control comunista en todo este vasto territorio. Los constructores fueron los disidentes del régimen que según iban falleciendo eran enterrados en el trazado.
El trayecto transcurre a lo largo del Círculo Polar Ártico y une algunas de las ciudades más frías del planeta, como Verkhoyansk. En época de lluvias se convierte en un auténtico barrizal, haciendo de su circulación prácticamente imposible.
La autopista de Tarim en China, con sus 522 km es la autopista más larga del mundo que atraviesa un desierto. Las grandes dunas del Taklimakán son una de las regiones más extremas del planeta, un área de 270.000 km² cuyo nombre se traduce en “Si entras no podrás salir”. Para los chinos también es conocido como el “mar de la muerte”.
La única manera de que la carretera no haya quedado sepultada por la arena ha sido plantando hileras de vegetación en ambos lados de la calzada.