La organización considera que el actual sistema de catalogación ha quedado desfasado y que antes de la implantación de las ZBE deberían revisarse profundamente poniendo el foco en los ECO y, sobre todo, en los CERO.
En 2016 la Dirección General de Tráfico creo las etiquetas medioambientales para catalogar a los vehículos en función de sus emisiones y, sobre todo, facilitar la labor a los ayuntamientos en el caso de que decidieran activar zonas restrictivas para el tráfico, lo que a la postre se ha terminado por convertir en las Zonas de Bajas Emisiones. Desde su implantación muchas han sido las voces críticas sobre todo en el caso de la catalogación de los modelos que, supuestamente, son menos contaminantes.
En estos casi ocho años, el foco se ha puesto principalmente en los modelos híbridos enchufables y de hecho muchas han sido las quejas que hablan de su escasa eficiencia en lo que a nivel de emisiones se refiere si tras la compra nunca se vuelven a cargar. Todo ello también ha estado rodeado por la continua denigración del diésel, e incluso en algunos casos de la gasolina, que se ha visto como el causante de todos los males.
Pero desde la OCU vuelven a ser contundentes y piden al Ejecutivo de Tráfico que cambie de una vez por todas la manera de clasificar a algunos modelos, poniendo en este caso especial hincapié en los phev y en algunos híbridos con modelo ECO. Y es que según la Organización de Consumidores y Usuarios el resultado de los test realizados a las emisiones de los coches eléctricos, híbridos, gasolina y diésel a lo largo de toda su vida, concluyen que no se corresponden con las emisiones reales. De hecho, los modelos potentes que ostentan etiquetas ECO o 0 emisiones de la DGT producen más emisiones totales que algunos coches con motor de combustión muy vendidos con etiqueta C.
Para elaborar dicho análisis han comparado los coches más vendidos en España en cada tipo de motor (para los híbridos enchufables, el 2º más vendido, Ford Kuga) y han contrastado sus resultados comparándolos con un coche con etiqueta ECO, como es el Audi RS Q8 que tiene un sistema microhíbrido de 48 voltios, otro con etiqueta CERO, como el Jeep Wrangler 4xe híbrido enchufable.
En ambos casos, los dos mostraron un consumo elevado en sus análisis comparativos siendo significativo el caso del Audi pues en todo su ciclo de vida emitiría casi 107 toneladas de CO2, es decir, casi el doble que el Wrangler, cuatro veces más que el Kuga PHEV y casi el doble que en coche de gasolina o diésel de tamaño pequeño como el caso del Arona o del Q3. De hecho donde más despunta el propio RS Q8 es en las emisiones directas, que se disparan a casi 67 toneladas en su ciclo de vida, mientras que los motores de combustión pequeños y al uso se quedarían en 29 toneladas.
Los eléctricos, los más sostenibles Como era de esperar, los coches eléctricos son los que han obtenido mejores notas pese a que la mitad de las emisiones que registra corresponden con su fabricación. Pero sus números se compensan lógicamente al empezar a circular, donde las emisiones directas desaparecen. Solo en el caso de que tuvieran que sustituir las baterías, su curva se dispararía pero la realidad es que en el ejemplo analizado por la OCU, que no podía ser otro que el Model Y, el coche más vendido no solo de España (en la categoría eléctrica) sino del mundo, el montante total de emisiones a lo largo de su ciclo de vida sería de 24 toneladas de CO2.