Nos ponemos al volante de la gama más radical y divertida de MINI nada menos que por un tramo de rallyes. Todo con el objetivo de comprobar las virtudes que hicieron legendarias las siglas JCW.
Texto: Karam el Shenawy
En 1959, al noroeste de Birmingham, la historia de la automoción inglesa cambió por completa: apareció el primer Mini de la historia. Dos años más tarde, se conformaba la unión que nos lleva hasta la actualidad, la del fabricante inglés con la familia Cooper para dar como resultado el primer Mini Cooper, alimentado por un motor de 1.000 cm3 de 55 CV que equipaba frenos de disco.
Una simbiosis que no solo fue un éxito rotundo en el plano comercial, sino que puso a la marca inglesa en el panorama automovilístico de la competición gracias, principalmente, a sus tres triunfos, en cuatro ediciones, en el Rallye de Monte-Carlo (que debieron ser cuatro si en 1966 la organización no hubiera decidido descalificar a los tres ‘Finlandeses Voladores’).
Quizá para recordar tal hazaña, o simplemente por el mero hecho de enorgullecerse de tener una de las gamas más deportivas y divertidas del segmento, MINI España organizó una presentación atípica de su gama. En una localización privilegiada, un taller/garaje comunal situado al este de la capital, los cinco integrantes de la actual gama: 3 y 5 puertas, Clubman, Countryman y Cabrio, mostraban con satisfacción esas siglas, que aparecieron hace 9 años y que son sinónimo de prestaciones: JCW (John Cooper Works).
Precisamente, la última de esas carrocerías fue la que escogimos para llevar a cabo el tramo de rally que la marca nos había preparado. Sí, como decíamos antes, la marca inglesa quiso rendir homenaje a esos triunfos en la cita monegasca, brindándonos la oportunidad de acercarnos un poco más a tal excelente mundo.
Impulsados por su motor de gasolina turboalimentado de 2,0 litros, los 231 CV que genera te pegan casi al asiento en la primera aceleración (realiza un 0 a 100 km/h en 6,5 segundos). La caja de cambios automática de ocho velocidades trabaja de forma rápida y sin retardos aunque para el tramo, lo más conveniente era colocarla en posición secuencial y manejarla a través de las levas en el volante.
Con el modo Sport activo, por supuesto, el tacto de la dirección y la sensibilidad del motor pasan a un rango más Racing, la suspensión también se endurece ofreciéndonos un vehículo más firme en el paso por curva pero más incómodo ante baches pronunciados, como los que nos dan la bienvenida en esos tres kilómetros de tramo.
Horquillas cerradas, cambios de apoyo, curvas rápidas… independientemente de cómo sea el trazado, el MINI Cabrio JCW nos permite aumentar el ritmo sin concesiones. Únicamente la limitación de tiempo… a la baja, nos hace levantar el pie del acelerador. Y es que a poco que te distraigas, serás capaz de circular más rápido incluso de lo que te pide la organización. Al final, el resultado no puede ser más satisfactorio: victoria.
Un broche final perfecto para una gama que sigue creciendo, tal y como demuestran las cifras de los últimos 10 años. En 2008, la recién estrenada gama John Cooper Works vendía menos de 100 unidades al año para pasar, en la actualidad, a computar nada menos que 500. Datos que también sirven para ilustrar las ventas totales de la marca en España, donde en este 2017 alcanzarán las 12.400 unidades, un 14% más que en el 2016 y convirtiéndose en el mejor año de ventas de la historia de la marca.
Un éxito y una deportividad que no tiene visos de detenerse, pues el fabricante de origen británico sigue dándole vueltas a si hacer realidad el Concept MINI GP que presentó en el pasado Salón de Fráncfort. Tendrán que estudiar la viabilidad del proyecto aunque de no llevarse a cabo, lo que es seguro es que este prototipo servirá de base para el desarrollo de la que sería la tercera generación del MINI JCW.