Diez son ya las generaciones del Honda Civic, un compacto global que, de nuevo, da que hablar en un segmento tremendamente competido. Nosotros ya lo hemos probado y te contamos ahora qué nos gusta y qué no nos gusta.
La unidad que hemos puesto a prueba es un Honda Civic 1.0 Turbo VTEC de 129 CV. En la actualidad no hay motores atmosféricos a la venta, tampoco diésel. Asociado a un cambio manual es, por el momento, la versión de acceso. El acabado Executive que ilustra estas líneas responde a la gama media.
Diseño. No soy un fan del diseño del nuevo Honda Civic, tal vez demasiado manga, pero el simple hecho de innovar en un segmento tan importante ya tiene mérito. Sus enormes tomas de aire lo hacen inconfundible, así como la luneta trasera partida, sello característico en las últimas iteraciones.
Tecnología. Viene de Japón, y solo con ello se debe a la tecnología. Cumple con creces, puesto que no se deja en el tintero ninguna novedad en lo que a seguridad y confort se refiere. El conjunto de tecnologías Honda SENSING está presente, como también un sistema multimedia con pantalla táctil de 7 pulgadas y un funcionamiento exquisito. Es compatible con Apple CarPlay y Android Auto.
Consumo. No podemos pasar por alto el consumo de una mecánica que es, por el momento, el acceso a la gama. Olvida su condición de gasolina, devuelve un gasto medio real cercano a los 5,5 l/100 km. Nada mal para este tricilíndrico de solo 1 litro de cilindrada.
Cambio. Una vez más Honda crea un delicioso cambio manual que verdaderamente daría pena sustituir por el automático CVT que también ofrece. El tacto es exquisito, los recorridos cortos y queda perfectamente a mano. La única pega son unos desarrollos un tanto largos.
Comportamiento. El Civic ha ofrecido, históricamente, un comportamiento fluido, equilibrado y con un cierto toque dinámico. En la nueva generación se ha mantenido, gracias en parte a una suspensión adaptativa que llega de serie.
Su modo suave contiene de lujo la carrocería y cuida el confort de los ocupantes. El modo Sport, sin ser especialmente radical, limita un poco más el balanceo. Ser más ligero y más rígido que el anterior Civic también ayuda.
Maletero. Puede que sea un argumento más destacable en un monovolumen, familiar o SUV, pero el maletero del Civic es de los más grandes de la categoría, más que algunos vehículos de segmento superior. Con 478 litros el equipaje de sus cinco ocupantes queda entra sin problemas.
Motor. El motor del Civic 1.0 Turbo VTEC nos gusta, de hecho puede que sea uno de los mejores tricilíndricos del mercado, pero también hereda las pegas de su arquitectura. La fuerza a bajo régimen es limitada y obliga a buscar la parte media del cuentavueltas. Arriba no estira como un atmosférico.
No en vano, las prestaciones se resienten. Un 0 a 100 km/h en 11,2 segundos no es precisamente el de un atleta. Por suerte, suple estas carencias con un refinamiento excelente.
Acabados. El Civic está bien rematado, pero podría haber tomado un mejor carácter visual. Su aspecto ahora convencional resulta algo soso sin una aportación cromática más allá del negro. La calidad es buena, solo algunos plásticos en las zonas bajas rompen un poco la tónica.
Tamaño. El tamaño es un aspecto que los fabricantes cuidan. O al menos deberían cuidarlo. Honda, sin embargo, ha creado uno de los compactos más grandes en la actualidad. Con 4,51 m de largo alcanza un tamaño de berlina, algo que puede acabar reportando problemas en aparcamientos.
Magic Seats. Puede que no muy conocidos, pero una de las mejores soluciones de habitabilidad lanzadas al mercado. Estos asientos traseros con banqueta retráctil eran una inteligente apuesta para aprovechar el espacio trasero cuando no lo ocupaban pasajeros. Y bien hablo en pasado, pues la nueva generación los descarta.