Comienza septiembre y también una nueva era en el mercado debido a una nueva modificación en la homologación de emisiones. Desde el 1 de septiembre entra en vigor la homologación RDE, unas nuevas pruebas que llegan en un mal momento para el sector del automóvil.
La homologación RDE (Real Driving Emissions) son test de medición de emisiones en condiciones de conducción real, cuya primera consecuencia es que podría encarecer el precio de los coches nuevos. Las pruebas son complementarias al actual protocolo vigente WLTP. De esta manera, ajustan las cifras oficiales de consumo y emisiones a la realidad que encuentra el usuario cuando conduce su vehículo.
La principal diferencia entre las pruebas WLTP y las RDE es el escenario donde se desarrollan. Las primeras se hacen en banco de rodillos, con un tiempo estipulado de 30 minutos, cuatro fases de conducción y a una velocidad media de 46,5 km/h, reproduciendo acciones de conducción real. En cambio, las segundas se trasladan directamente al escenario de la conducción: se miden las emisiones en diferentes tipos de vías (urbanas, carreteras y autopistas) y variedad de condiciones: altitud, temperatura y carga.
El vehículo llevará adosado a su sistema de escape un sofisticado medidor de emisiones. El objetivo de esta homologación RDE es que el coche no supere durante las pruebas el límite de óxido de nitrógeno o NOx (situado en 80 mg/km), las partículas con más limitaciones en todas y cada una de las normativas anticontaminación.
La obligatoriedad para todos los fabricantes de realizar las pruebas a todos los coches que saquen al mercado supondrá mayor inversión. Tendrá que aumentar en dos direcciones: en los equipos y logística necesaria para realizar las pruebas y en la instalación de nueva tecnología en los motores para filtrar las partículas contaminantes.
En principio, para los motores gasolina se adoptarán nuevos filtros de partículas y en los diésel catalizadores de reducción selectiva (SCR). Estos últimos ya se incluyen en numerosos coches de gama media o alta, pero con la entrada en vigor de la homologación RDE podría ampliarse a las gamas más bajas, con el consiguiente aumento del precio. Los catalizadores SCR necesitan de un aditivo especial (AdBlue) para funcionar, que se puede repostar en las gasolineras.
La mayor inversión conllevará, presumiblemente, un aumento del precio final de venta, que los expertos apuntan se notará más en los coches más económicos. No será una subida de precios, que se calcula podría llegar hasta el 20%, inmediata, ya que el periodo de adaptación del ciclo WLTP, con requisitos más relajados, no acaba hasta el 31 de diciembre de 2020.
La medida, de implantación obligatoria en todos los países de la Unión Europea, al igual que el WLTP, ya se ha estado aplicando desde hace dos años, aunque la obligatoriedad comportaba un periodo de transición de dos años para que las marcas vendiesen los vehículos en stock previos a esta fecha. Pero ahora este plazo ha expirado y no se podrá vender ningún coche o furgoneta que no haya pasado antes este examen.