La historia de la actual planta de Nissan en Barcelona es larga y está repleta de historias y anécdotas. Fue Ford la que fundó una fábrica en la ciudad condal en 1923 para la producción del Ford T y de vehículos comerciales (antes había abierto otra en Cádiz aunque sin demasiado éxito). Desde entonces, aquella filial española que fundó Henry (y que nada tiene que ver con la actual Ford ubicada en Valencia) ha cambiado en varias ocasiones de accionistas y de manos, justo lo que esperan los sindicatos tras el acuerdo del cierre, la entrada de nuevos inversores que mantengan buena parte de los 2.500 trabajadores que hoy operan en las fábricas.
Con Ford fabricando en Barcelona, aunque a un ritmo muy inferior al previsto, en 1954, el Gobierno de Franco nacionalizó la empresa, Ford Motor Ibérica pasó a denominarse Motor Ibérica, y los vehículos del óvalo dejaron paso a las furgonetas y tractores de la marca Ebro (marca creada por el régimen) y en 1967 fundó las primeras instalaciones de la Zona Franca de Barcelona. Las mismas que ahora se pretenden cerrar.
La historia continuó con cambios en el accionariado y la entrada de inversores privados. La primera aparición de Nissan en la planta fue en 1979, cuando compró las acciones que Massey-Ferguson tenía sobre la planta (un 35 % del total) mientras que dos años después ya controlaba el 55 %, momento en el que comenzó a fabricar el Nissan Patrol (todoterreno) y la Nissan Vanette (comercial). Así se mantuvo hasta que en 1987 la compañía pasó a denominarse Nissan Motor Ibérica.
Así ha permanecido la compañía hasta los últimos años cuando los nubarrones se ciñeron sobre las fábricas de Barcelona. Especializada en la fabricación de todoterrenos y pick-up, en los últimos años producía la Nissan Navara y su versión carrozada Pathfinder. En 2013 comenzó a fabricar el Nissan Pulsar, un compacto generoso en su espacio interior y un diseño atrevido que suponía el regreso de la firma japonesa en nuestro mercado al segmento de los compactos tras la despedida del Nissan Almera.
Sin embargo, las ventas no estuvieron a la altura de lo esperado, y el modelo se despidió sin hacer mucho ruido en 2018 y sin reemplazo. Bueno sí, su lugar debía ocuparlo la Nissan NV200 y su versión eléctrica, un modelo que, aunque polivalente en sus capacidades, se adentraba en un mundo con mucho recorrido aún hasta establecerse en nuestras calles. Y, con un volumen de ventas actual muy lejos del pretendido por la dirección de la compañía.
La situación la salvaron en un primer momento con la llegada del Mercedes-Benz Clase X, la versión premiun y bajo la marca de la estrella del Nissan Navara, aunque sus ventas tampoco han estado a la altura de lo que esperaba Daimler por lo que han terminado por dar carpetazo al modelo (aún falta una última entrega de 1.700 vehículos).
La última esperanza fue la de trasladar la producción de la fábrica que Nissan tiene en Sunderlan (Reino Unido) a España ante la posibilidad de un Breixit duro y las dificultades que podrían tener para enviar los Nissan Qashqai, Nissan Juke y Nissan Leaf al resto de países europeos ante el desconocimiento de las nuevas relaciones comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea.
Pero, finalmente, Nissan ha preferido mantener su producción en Gran Bretaña en lugar de mantenerla dentro del acuerdo económico europeo.
Con este panorama, antes de la pandemia, la fábrica estaba produciendo al 25 % de capacidad (un porcentaje al que esperan regresar en breve), una cifra excesivamente baja para los costes que conlleva tener abierta una fábrica por lo que finalmente, desde la dirección de Nissan en Japón, han decidido cerrar las fábricas de Barcelona.
Sin embargo, fuentes de la negociación apuntan a que habría hasta cuatro compañías interesadas en hacerse cargo de las plantas. Dos serían fabricantes de baterías. Y otras dos serían fabricantes de coches. Solo queda esperar que esta historia de fabricación, que se inició en 1923 y que continuó Nissan a finales de los 70 no se detenga en diciembre de 2021.