El aumento de las multas de velocidad por radares en los últimos años se puede cifrar en un 37 por ciento. Este dato ha hecho saltar las alarmas de muchos organismos, como es el caso de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC).
Según su portavoz, Juan Fernández, en los complementos salariales que percibe un agente de la Guardia Civil cada mes, hace años que se viene incluyendo un control de la actividad.
El problema de esto último es que se está premiando más la actividad sancionadora que la de auxilio y de apoyo al conductor.
Es decir, poner multas puntúa mucho más que, por ejemplo, acudir a un accidente o gestionar un atasco de cierta gravedad.
De esto modo, los agentes se ven prácticamente obligados a cumplir con los objetivos sancionadores si quieren recibir el máximo complemento salarial a final de mes. Según la AUGC, una denuncia a un conductor puede puntuar hasta cuatro veces más que cualquier otro tipo de actividad.
Esta asociación asegura haber llevado a los tribunales la retirada de este tipo de complementos, cuando se entiende que puedan contribuir a un afán recaudador. Aunque en 2014 consiguieron que se anulara la norma, en la práctica se sigue aplicando, por lo que la AUGC no ha ganado esta batalla del todo.
La consecuencia de que estos complementos salariales permanezcan de esta manera es una actividad de las fuerzas de la seguridad que se preocupa más de sancionar que de ayudar.
Es decir, los radares, aun siendo necesarios, no cumplen la actividad didáctica para la que deberían ser colocados.
Esto hace que, en muchas ocasiones, los Guardias Civiles realicen controles de velocidad poniendo los radares móviles en lugares sin un alto índice de siniestralidad, sino más bien en los lugares en los que saben que la mayoría de conductores supera el límite de velocidad.
La Asociación Unificada de Guardias Civiles denuncia que la actividad del agente está siendo encaminada a la labor sancionadora, perjudicando su imagen de cara al conductor.