“El diésel tiene los días contados“, estas han sido las palabras con las que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha sentenciado el futuro de este combustible. “Durará más o menos, pero sabemos que el impacto de las partículas que emite en lo que respiramos es suficientemente importante como para ir pensando en un proceso de salida”, apostilló después.
Ribera, que un día antes se reunió con José Vicente de los Mozos, Presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), también expresó su apoyo a las medidas de restricción del tráfico en grandes ciudades; por ejemplo, el ambicioso plan APR del Ayuntamiento de Madrid. Y, además, subrayó que el Gobierno tiene el deber de acompañar con cambios fiscales y regulatorios estas normativas. Para empezar, el Ejecutivo anunció hace días la subida de impuesto al diésel.
El sector del automóvil vive un momento delicado; sobre todo en lo que a este tipo de combustible se refiere. Tras el caso del diéselgate, su imagen quedó muy tocada; y es que en él se vieron envueltas algunas de las firmas más importantes de la industria. Y el mensaje negativo es el que todavía está llegando a los ciudadanos. Las posturas, además, no están claras.
Tal y como apuntan en El Mundo, “es rotundamente falso que los motores diésel contaminen más que los de gasolina. Ambos emiten la misma cantidad de partículas; pero los diésel, al ser más eficientes, consumen menos carburantes y por consiguiente expulsan menos gases de efecto invernadero“, escribe Antonio Heredia en su editorial. Pero el estudio Calidad del aire urbano, salud y tráfico rodado, elaborado por el Institut de Ciènces de la Terra Jaume Almera, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sostiene que los motores diésel son hasta cuatro veces más contaminantes que los gasolina. Y eso a pesar de consumir menos combustible…
Esta guerra al diésel que se ha comenzado desde el ejecutivo tiene un claro perjudicado: los ciudadanos. Los propietarios de este tipo de vehículos ven como el valor de estos desciende mientras se les imponen limitaciones; y, según la V Radiografía de los hábitos de la movilidad de los españoles, realizado por Alphabet, los españoles no queremos que se prohíban estos coches. También las empresas, que debido al precio del diésel han optado por utilizar este tipo de vehículos en sus flotas. Y la industria automovilística, que podría paralizar sus inversiones en nuestro país.
Respecto a los consumidores, precisamente Ribera habló de ellos. “Un consumidor responsable es lo mejor que podemos tener. Pero para facilitar comportamientos de consumidor responsable tenemos que asegurarnos de que las señales de mercado, las señales fiscales, nos permitan discriminar de una manera intuitiva, natural, sin tener que hacer análisis profundísimos sobre qué es lo que significa cada una de nuestras opciones de compra”, expresó ante los medios
Cabe señalar que, si España quiere cumplir con las cuotas de emisiones de CO2 impuestas por la Unión Europea, debe elevar su cuota de coches eléctricos. Ahora mismo, representan solo el 0,7% de las ventas totales en la UE; y en nuestro país es aún menor. Además, aunque hay 66,6 millones de ayudar aprobados para incentivar la venta de vehículos eléctricos y ECO, esta dotación está bloqueada. Y no es descabellado pensar que podría seguir así hasta final de año.
Lo dijo Ribera: hay que incentivar la desaparición del diésel desde todos los puntos posibles; apoyando a la industria, al mercado y al consumidor final. Y no, como parece que se quiere hacer en nuestro país, empezando la casa por el tejado. Debe ser un plan global, no local; y pensado para la adaptación de todos los agentes en las nuevas normas de juego.