En su búsqueda por ser una firma más sostenible, Ford ha testado la durabilidad y resistencia de algunas piezas fabricadas a partir de ramas y hojas de olivo para sus próximos coches eléctricos.
La electrificación no solo provocado un tsunami de sostenibilidad dentro de los fabricantes de coches sino que ha conseguido incluso que muchas marcas piensen en sostenibilidad incluso cuando no se refieren a un modelo cero emisiones en exclusiva. Nos explicamos. Desde hace ya algún tiempo es común escuchar que un vehículo ha sido fabricado con energía renovable, que al final de su ciclo de vida útil el 90% de las piezas podrán ser recicladas o, lo que ha sido más comentado, que parte de su ‘cuerpo’ procede de materiales reciclados.
Tanto la carrocería exterior como el habitáculo de algunos coches se realiza, por ejemplo, con botellas PET recolectadas del mar y tratadas de nuevo, con redes de pesca recicladas e incluso con cueros de origen vegetal (sin necesidad de que sean maderas) o con cueros veganos cuyo tratamiento está desprovisto de sustancias químicas e, incluso, carece de piel de animal.
Pero ahora Ford da una vuelta de tuerca más y se suma al exclusivo tren de fabricantes que emplean materiales ‘extraños’ para la producción de piezas en sus coches. Decimos extraños porque el primero que se nos viene a la mente es el corcho de Mazda, e incluso algunos coches ya emplean el micelio de los hongos. Sin embargo, en este caso, la firma del óvalo ha tirado de un producto de lento crecimiento, es cierto, pero que genera mucho residuo en su recolección y que ahora puede ser empleado con otro fin: el olivo.
Para ello, Ford ha puesto sus ojos además en la región con mayor producción de aceite de todo el mundo, Andalucía, para dar forma al denominado COMPOlive. Y es que si bien sus aceitunas son consumidas en todo el mundo en multitud de variedades: aperitivo, aceite, o incluso como paté, ahora se puede sumar una nueva alternativa, los coches. Pero no, no hablamos en este caso del fruto de dicho árbol sino del aprovechamiento de las ramas y hojas que se desechan durante la cosecha de la aceituna para usarlas en la fabricación de piezas de vehículos más sostenibles.
El ensayo se llevó a cabo en el marco del proyecto COMPOlive, comprometido con buscar mejoras medioambientales en la producción de aceitunas, con el uso de biocompuestos en lugar de plásticos y con el apoyo a la economía circular. Esta metodología podría reducir la cantidad de plástico empleada para producir dichas piezas y contribuir a la limpieza del aire en la zona de cosecha, al evitar la quema como método de eliminación de desechos. Los ingenieros han desarrollado prototipos de reposapiés y partes del maletero con los residuos de olivos. Los test han demostrado que las piezas son robustas y duraderas, y Ford está evaluando su uso masivo con el fin de ayudar a fabricar la próxima oleada de vehículos eléctricos. Primero, en la sede europea de Ford en Colonia (Alemania) utilizaron tecnología de simulación avanzada para evaluar la aplicabilidad de los olivos en términos de durabilidad, resistencia y maleabilidad. Luego, pudieron proceder con la fabricación de prototipos. El material, compuesto por un de 40% de fibras y un 60% de plástico de polipropileno reciclado, fue calentado e inyectado en moldes para dar forma a la pieza seleccionada.