El objetivo de Ford se basa en desarrollar vehículos más avanzados y resistentes, capaces de circular por cualquier vía, incluso bajo las condiciones meteorológicas “más exigentes”. Para ello, han dedicado 70 millones de euros a crear un nuevo centro de pruebas ambientales en Colonia (Alemania), donde podrán llevar al límite sus nuevos diseños.
Se trata de unas instalaciones de 9.990 metros, en las que pueden representar todo tipo de climas. De este modo, consiguen garantizar a los consumidores que su producto funcionará en cualquier parte del mundo. Es más, según las primeras informaciones, se sabe que en las pruebas pueden alcanzar desde el calor del desierto, hasta las bajas temperaturas del Everest o la humedad de Costa Rica.
En su nuevo centro, los ingenieros de la marca del óvalo podrán testar un máximo de diez automóviles a la vez. Controlarán el sistema de frenado, la velocidad, el remolque, el rendimiento eléctrico… Pero, sobre todo, prestarán atención a cómo reaccionan los sistemas de seguridad ante cualquier situación climática; lo harán en todos sus modelos
Para hacerlo, cuentan con tres túneles de viento, cuatro cámaras para probar los coches a temperaturas extremas y un laboratorio, donde se comprobará la reacción del vehículo a diferentes altitudes. Se medirá la fuerza y resistencia del coche contra la lluvia, nieve o granizo. Y, además, se podrá ver cuánto tarda en descongelarse el parabrisas en casos de heladas; o cuál será su eficiencia en zonas donde los niveles de humedad lleguen al 95%.
Según ha confesado el vicepresidente de Desarrollos de Productos Ford en Europa, Joe Bakaj, “viajar a las cuatro esquinas de este edificio es como hacer un viaje a las cuatro esquinas del mundo. Nuestros ingenieros lo harán las 24 horas del día; y todos los días, para continuar desarrollando los mejores vehículos del futuro en su clase”.