Dice la legislación que el coche eléctrico ha venido para quedarse. Y por eso muchos fabricantes se han lanzado a esta aventura, como Audi, que con sus e-tron y e-tron Sportback tiene la primera parte de la carrera ganada. Y es que el problema de un coche eléctrico no es el propio vehículo, sino lo que le rodea. Y para ser más concretos, la forma de cargarlo.
Por ello Audi ha puesto todo su empeño mejorar lo que se llama la curva de recarga. Es decir, la forma en la que el coche eléctrico rellena su batería. Y qué mejor que demostrar su técnica en una comparativa con otros modelos eléctricos que también aceptan cargas rápidas, de lo que te hablamos a continuación.
Para catalogar una carga rápida, podemos definir los 50 kW de potencia como un buen punto de partida. Al menos el que muchos fabricantes anuncian. Evidentemente los hay más rápidos, mucho más, como el propio Audi e-tron cuyo límite de potencia de carga se fija en 150 kW. Aunque los hay todavía más rápidos, como el Porsche Taycan y sus 270 kW.
Esto es el futuro de los viajes por carretera. Nadie, ni un usuario primerizo (early adopter) ni uno convencido, aceptarían cargas a 11 kW en tránsito. Esto cobra especial relevancia en los últimos lanzamientos al mercado en esta clase, cuyas baterías son de semejante tamaño, algunas rozando los 100 kWh, que ya permiten desplazamientos mucho más allá de la ciudad. Que haya o no (que no la hay) infraestructura de recarga es otra cosa. Pero lo que está claro es que coches como el Audi e-tron son más funcionales gracias a las recargas rápidas.
Precisamente las cargas rápidas son lo que nos lleva a otro término, las curvas de recarga. En una recarga lenta, generalmente el usuario no presta tanta atención a cómo de rápido se rellenan las baterías de su coche. Sencillo, son cargas que duran horas y, salvo excepciones, realizadas en momentos en los que el coche no tiene ni va a tener uso.
Pero las cargas rápidas son cuestión de minutos, para lo que usamos un ‘estándar’ (o al menos así debería ser) de cálculo. Generalmente se expone el tiempo entre el 10 y el 80 % de la carga (el llamado SoC). Es decir, se calcula cuánto tiempo tarda el coche en pasar del 10 al 80 % de la carga. ¿Por qué esos márgenes? Por dos razones, la primera, por seguridad, que también es una de las razones por las que la capacidad bruta de la batería es mayor que la capacidad neta (la que podemos usar). Y la segunda, porque se considera que estos son los márgenes útiles para el cliente. Ni es habitual bajar de un 10 % de batería (lo que son pocos kilómetros de autonomía), ni es recomendable realizar cargas al 100 % de forma constante.
La respuesta rápida es: cuanta más potencia más rápido entra energía en la batería. Pero claro, como todo, tiene su desarrollo. Hay un factor clave en la carga: el tiempo. Especialmente en una carga rápida, donde existen más factores que determinan la potencia de la carga y que luego explicamos. En resumidas cuentas, la clave para cargar rápido una batería no es la potencia, sino que esta se mantenga en el tiempo.
Precisamente de esto va la curva de recarga, de ver cuánta potencia se emplea durante cuánto tiempo. Si cargamos a un pico de 200 kW, durante ese pico la energía entrante será inmensa, pero si ese pico es corto y pasamos a carga a solo 50 kW, entonces en el tiempo la carga será más lenta que si cargamos a 150 kW mantenidos. Esto es solo un ejemplo, claro.
Aquí es cuando entran en escena Audi y su e-tron, puesto que los ingenieros no se han centrado tanto en la potencia sino en el tiempo. La curva de recarga de Audi muestra la forma de una meseta. Es decir, comienza la carga rápida con una alta potencia y la mantiene hasta casi el 80 % de forma constante. A partir de ahí, la velocidad desciende progresivamente, pero manteniendo una potencia mínima siempre por encima de 50 kW.
Sus competidores, y esto es un estudio de Audi, aplican la fórmula de la potencia, pero no la del tiempo. No conocemos cuáles son los rivales que han sido sometidos al test, pero echando un vistazo a las curvas de recarga de otros modelos eléctricos, las cuentas salen. Arrancan la carga con potencias muy elevadas (algunas superiores incluso a Audi), pero las mantienen durante apenas 15-20 minutos. A partir de ahí baja la potencia de forma drástica hasta el final de la carga, elevando el tiempo total de la tarea. En ocasiones tan baja que no merece la pena seguir enchufado, pues supone alargar la carga entre 15 y 20 minutos para unos pocos kilómetros de más.
Hay numerosos factores que determinan cuánto tardará nuestro coche en cargar. El primero y más evidente es el tamaño de la batería, a mayor, más tiempo. Pero también depende de la potencia de carga que admita el coche y también de la que sea capaz de suministrar en cargador. Una estación con una potencia máxima de 50 kW no podrá cargar a máxima velocidad nuestro Audi e-tron de 150 kW posibles, por ejemplo.
Pero internamente hay muchos otros factores. Por ejemplo la electrónica y cómo se ha puesto a punto. Pero una de las claves es la temperatura, la ambiental y también la de las baterías. Audi determina que la temperatura óptima de las baterías para cargar a máxima velocidad oscila entre los 25 y los 35 grados. Para ello emplea un circuito de refrigeración consistente en 40 metros de líneas y hasta 22 litros de refrigerante.