Sin duda, una de las mayores preocupaciones que tenemos a la hora de comprar un vehículo es cuánto tiempo podremos tenerlo con nosotros. Para ello es importante adoptar costumbres que permitan prolongar la vida útil de nuestro automóvil. Aquí os damos una ración de consejos de mantenimiento que sin ser demasiado difíciles de llevar a cabo, harán que nuestro compañero de viaje pueda estar con nosotros unos años más y en mejor estado durante este tiempo.
Texto: Pedro Parra y Carlos Olmo
Es lo más obvio, pero no por ello deja de ser importante. El primer paso es asegurarnos que el coche está en perfectas condiciones, es decir, ajustar el mantenimiento (las visitas al taller) a las que nos indica el manual de usuario del vehículo. Cada coche necesita unas atenciones periódicas y no todos los coches son iguales en este aspecto.
Unos necesitan operaciones de mantenimiento cada 15.000 km y otros cada 25.000, pero no debemos descuidar las visitas al taller en ningún caso. Es una buena manera de encontrar con antelación posibles futuros problemas, al menos antes de que se hagan notorios o se rompan algunos componentes.
Los profesionales del sector de la automoción recomiendan calentar adecuadamente el motor del coche antes de iniciar la marcha. Esto implica arrancar el automóvil y aguardar alrededor de un minuto con el motor a ralentí. Sí, dejarlo arrancado y sin pegar acelerones, algo que a la postre será contraproducente.
Es fundamental comprobar que el estilo de conducción del piloto no perjudica la parte mecánica del coche. Una conducción agresiva desgastará en exceso algunas piezas. Y no solo hablamos de las ruedas y los frenos.
El motor es el corazón de nuestro vehículo. Maltratarlo significa acorta la vida útil de nuestro vehículo. Aquí encontramos que no solo no debemos exceder el límite de velocidad, algo más que aconsejable para nuestra seguridad y nuestro bolsillo, sino que tampoco debemos revolucionarlo y someterlo a sobreesfuerzos.
Una mayor dureza de la dirección, un ruido ronco en el engranaje, un mayor balanceo en las curvas… Todo es sintomático de que hay algo que no va bien. El objetivo principal es minimizar al máximo el riesgo de padecer un percance en la carretera.
No es una cuestión estética sino que interfiere en nuestra seguridad. Así, ver con total claridad a través de los cristales nos permitirá un mayor control del tráfico que nos rodea. Pero también el bienestar de nuestro coche: la suciedad se introduce en algunos componentes reduciendo así su vida útil lo que nos hará pasar más a menudo por el taller. Uno de los ejemplos más claros, en este caso es el de la sal que se vierte en las carreteras en invierno. Pueden oxidar la estructura de nuestro coche.