¿Cuál es mejor, Audi Q5 o el Mercedes-Benz GLC?

Fotos: Paloma Soria

Es un hecho, los SUV de tamaño grande ya superan ampliamente en ventas a las berlinas de mismo segmento, y dos son los reyes de la muestra. La nueva gallina de los huevos de oro de Mercedes-Benz , el GLC , se enfrenta al renovado pero no menos exitoso Audi Q5 . Dos almas casi gemelas dispuestas a batirse el cobre en uno de los segmentos más pujantes.

Son los reyes del segmento D-SUV. Para Mercedes-Benz el sustituto del malogrado GLK ha supuesto todo un revulsivo en ventas, un retorno a una lucha con cada vez más contrincantes que, incluso, ha derivado en una segunda carrocería de perfil cupé. Le traduzco esto a cifras: el GLC matriculó en España 7.660 unidades en 2017. La comparación es la siguiente: han sido 5.500 operaciones para el Audi Q5, que sigue una senda muy saludable de ventas, especialmente cuando el pasado año conoció su relevo generacional. Ya se lo advertía, son los reyes del segmento pero, ¿cuál es el secreto de su éxito?

Valor añadido

El aspecto es clave, un valor añadido  sobre las berlinas de las que derivan que gusta, y mucho. En el caso del Q5 todo se ha simplificado, no hay aristas espectaculares ni, seamos francos, un diseño llamativo a primera vista. Sin embargo, todo concuerda, es simple pero elegante. El GLC, por contra, ha sacado su lado más deportivo, especialmente con el paquete AMG Line, que reduce al mínimo las diferencias (a nivel imagen, claro) con los AMG puros.

Pasando al habitáculo la sensación es exactamente la misma, salvo por un importante detalle: la calidad percibida en el Audi es superior. Acude a plásticos mullidos, al igual que su rival, pero la solidez es excelente, a la altura de la última generación de modelos del fabricante. Esto es a cambio de un aspecto más sobrio por otro de rasgos incluso futuristas.

La cosa se iguala hablando de espacio, donde ninguno de los dos da su brazo a torcer. Es más, parecen cortados por el mismo patrón. El maletero cubica en ambos 550 litros de capacidad, muy buena cifra para su tamaño, calcada también, por cierto, a la del tercero en discordia y ausente en esta comparativa, el BMW X3 . Todas las plazas gozan de buenas cotas y elevado confort, a destacar el espacio para las cabezas de la fila trasera, lástima de una plaza central sin forma y de mullido justo.

Buen equilibrio

La gama mecánica de nuestros dos protagonistas es amplia, pero sin duda estos son los más equilibrados. Le hablo de las opciones diésel más potentes de cuatro cilindros, el siguiente paso es un bloque de seis cilindros más refinado pero también más glotón. Les adelanto una cosa, mueven los conjuntos con suficiencia, a pesar de unas cifras de prestaciones algo superiores en el Mercedes-Benz. Lógico, son 204 CV por 190 del Audi, y se nota. Las reacciones del GLC son más vivas, es más reactivo, culpa principalmente de un par motor mucho más elevado que el de su rival. No obstante es menos refinado y considerablemente menos elástico que el del Q5, un motor que gira bien prácticamente en todo el rango de revoluciones y devuelve una mayor calidad de rodadura.

Mucho tiene que ver un cambio automático S tronic de doble embrague y siete relaciones, de excelente rendimiento, suave, rápido y con un inteligente modo a vela (rueda libre al soltar el gas) que reduce el gasto. No menos exquisito es el cambio 9G-TRONIC del Mercedes-Benz GLC, esta vez de convertidor de par, pero con una puesta a punto que favorece la suavidad y el confort por encima de la velocidad: con nueve relaciones lo habitual es ver la aguja del cuentavueltas por debajo de 2.000 revoluciones. Ojo, que en modo Sport modifica su tarado y apura más el tacómetro, con un tacto más deportivo y eficaz.

Los consumos, una vez más, van parejos, entre 8 y 8,5 l/100 km, muy correctos a tenor del peso, que se acerca peligrosamente a las dos toneladas en cualquiera de las dos alternativas.

Multiusos

Hablando de pesos, puede imaginar que no se trata de dos vehículos de carácter deportivo, aunque se desenvuelven con mucha soltura en tramos revirados, terreno en el que gana el Audi, que disfruta de un chasis ligeramente más ágil. Una pena que la dirección informe tan poco, prefiero el poco más informativo pero más directo esquema del Mercedes-Benz.

Ahora bien, la verdadera clave reside en el confort a bordo, intachable. Ambas unidades montan la suspensión neumática opcional, un elemento caro pero verdaderamente recomendable. No solo aumenta la dureza de la amortiguación en los modos deportivos (favorece un paso por curva más confiado), sino que en autopista brindan un altísimo nivel de confort y aislamiento (sumado a un buen aislamiento acústico). Es ahí donde más cómodos se sienten: estables y cómodos a cualquier velocidad.

Por cierto, este sistema de suspensión permite elevar la altura libre de la carrocería a baja velocidad para mejorar unas cualidades todoterreno de base generalmente limitadas a pistas de baja dificultad. Con ella es ahora más fácil sortear algún obstáculo de mayor envergadura, vadear algún río o enfrentarse a mayores inclinaciones, con el permiso de unos neumáticos pensados para el asfalto, claro. En todo caso, dudo que estas tareas quepan en el ideario de sus compradores.

Ficha técnica del Audi Q5 2.0 TDI 190 CV quattro-ultra S tronic Advanced

Ficha técnica del Mercedes-Benz GLC 250D 4AMATIC