Uno de los carteles que más odiamos. Así funciona la señal de vado.
Un vado es un permiso municipal que permite subir a la acera e invadir un espacio público para acceder a un garaje, local o vivienda. Al contrario de lo que popularmente se cree, este disco no representa una prohibición de aparcamiento en la calle. Sí, se puede aparcar. Aunque no libremente, tiene sus matices.
El Reglamento General de Circulación, en su artículo 93, es el que delimita el modo en el que se deben utilizar estos espacios reservados en la calle. Sin embargo, cada ayuntamiento está legitimado para añadir las limitaciones que estime oportunas al modo en el que se aplica la normativa. El vado tiene un coste de 70 euros anuales aunque, como ya hemos dicho, cada consistorio tiene la libertad de cambiar esta cuantía.
Aparcar o no aparcar, esa es la cuestión
Un vado supone que uno puede acceder a su garaje aunque no es una reserva de ese espacio en la calle. Esto permite que otra persona pueda aparcar en ese espacio aunque tendrá que estar atento ante la llegada de algún interesado en entrar o salir de su plaza de aparcamiento pues, en ese caso, deberá retirar rápido su vehículo para no taponar el acceso.
Lo que nunca podrá hacer será dejar el vehículo y olvidarse de este. En ese caso el perjudicado podría llamar a la policía y a una grúa para que multen al coche y lo retiren. Es, por esto mismo, por lo que uno no podrá dejar su propio coche delante de un vado, algo que sucede en ocasiones entre propietarios de un chalet que dejan su vehículo delante del acceso al garaje.
Aunque sea suyo y no vaya a dificultar el acceso a ese garaje, la policía podría no saber este punto y entender que está taponándolo la entrada.
No te olvides de renovarlo
El vado tiene una duración de un año completo, lo que supone que, cumplido este tiempo, hay que renovarlo o retirar la placa. En caso contrario, o si se utilizara una placa falsa, la policía municipal podría sancionar con una multa que varía entre los 501 y los 901 euros al propietario del inmueble.