Sabiendo que te haría ilusión, en la redacción hemos recopilado los coches de serie las series de dibujos de nuestra infancia. Esos modelos que a todos nos gustaría que se hubieran convertido en realidad. Descúbrelos todos en nuestra galería y dinos, ¿cuál de todos es tu favorito?
No podíamos empezar de otra manera, un coche con lo básico, con techo de tela, sin puertas y con un volante y unas ruedas de piedra, a ver quién es el bonito que consigue girar esa dirección. Y para mayor dolor, ¡no tenía motor! Había que coger velocidad empujando con los pies y corriendo… nunca un diseño tan elemental fue tan atractivo. Nunca un tipo tan torpe nos resultó tan simpático. Repartido por su cuerpo tenía todo tipo de artilugios que le ayudaban en sus investigaciones. Y su coche no podía ser menos, una especie de Toyota Supra MKII con lo último en tecnología informática y que mostraba los albores de la inteligencia artificial puesto que contaba con vida propia. Algunos dirán que en realidad es una Volkswagen T1, pero esta era mejor, ¡ni punto de comparación! En el parachoques del morro ya tenía una boca torcida que demostraba genio, y el símbolo de la Tortugas Ninja en el espacio de la rueda de repuesto para que los malos dieran con ellos, cosa que sí supo hacer April, la chia de los informativos, la quinta protagonista (o sexta si se cuenta a la rata Splinter). Los malos siempre tuvieron cierto atractivo como es el caso de Pier nodoyuna de los ‘Los autos locos‘, una serie en la que en cada capítulo se hacía una carrera de coches, con participantes de lo más variopintos y máquinas de lo más extrañas. Nuestro protagonista, Pier nodoyuna, que siempre iba acompañado de su perro Patán, contaba con todo tipo de sistemas para hacer trampas y utilizaba todo tipo de vilezas para ganar, hasta que al final el karma se la devolvía para que se quedara con la miel en los labios. Junto con dónde está situada Springfield, el modelo del coche rosa que conduce Homer Simpson era uno de los grandes misterios de la serie de Matt Groening. Sin embargo, hace un tiempo se desveló que el coche familiar de los Simpson era un Plymouth Junkerolla de 1986. Un modelo que nunca existió y cuyo nombre forma parte de un juego de palabras: “Junk” en inglés significa “basura” o “chatarra”. Cuando Homer Simpson tiene una idea, hay que escucharle y reirse, pero ya está, pero no siempre hay que hacerle caso y mucho menos llevarlo a la práctica. El protagonista de la serie animada descubrió que tenía un hermano archimillonario y que entre otras posesiones contaba con una marca de coches. Como homenaje a este reencuentro, permitió que Homer diseñara el coche de sus sueños y se desentendió del proceso de creación. El resultado fue el esperado, algo incalificable, invendible y muy caro de producir, tanto que llevó a la quiebra a la compañía propiedad del hermano, al que volvió a perder para siempre. Comprado originalmente por Homer, el Cañonero acaba en manos de Marge cuando este descubre que le han vendido la serie F, destinada a mujeres, con el encendedor convertido en barra de pintalabios. El Cañonero, que parodia a los mastodónticos todoterreno americanos, acaba desquiciando a la buena de Marge que sufre el síndrome del conductor enfurecido, saltándose las normas no sólo de tráfico, sino de educación. El coche acaba al estilo americano: volcado y en llamas. Unos amigos con una curiosa ocupación, la de buscar misterios que resolver en casas abandonadas. Uno de los atractivos era que estos amigos, dos chicos y dos chicas, iban acompañados de un perro que era muy miedoso llamado Scooby Doo, y que en realidad era el protagonista de cada trama. La furgoneta iba pintada con los colores del movimiento hippy y se llamaba “La máquina del misterio”. Ya sabemos dónde se inspiró Iker Jiménez para comenzar cada semana su programa. En su aventura El Cochecito Leré, nuestros agentes favoritos se ven en la tesitura de probar varios coches preparados por el Doctor Bacterio. Uno de ellos es un inmaculado Citroën 2CV con varios disparatados gadgets que parecen preparados para atentar contra la vida de Mortadelo y Filemón. Finalmente acaban arrancando los dos ejes en un choque y el 2CV sale disparado volando, adelantando a un verdadero coche volador para ridículo del perplejo dueño. En este caso es un camión, pero con un largo recorrido, pues procedía del planeta Cybertron. Cuando era necesario recomponía su cuerpo y perdía la forma de cabeza tractora para adquirir la de un humano, pero metálico, dirigir el cuerpo de soldados de Autobots y luchar contra las fuerzas del planeta Cybertron que siempre venían al planeta Tierra a crear el mal y dañarnos. Sus seguidores se cuentan por legión, y además de las series de dibujos animados se ha llevado al cine con varias entregas. Coche pequeño para un gran personaje, que conducía encogido de piernas y con las rodillas a la altura de los ojos. Aún le servía para escapar siempre que era necesario del inspector Clouseau. Cuando estos dibujos se llevaron al cine el coche se rehízo en un gran vehículo, pero no, era un microcar de tres volúmenes y aparentemente para un único pasajero. No es una serie anima aunque sí un coche de una película que tuvo continuación. Con el tiempo muestra el gran corazón que tenía debajo de un gran ego. Y como buen protagonista de serie, está tocado con esa varita mágica en el que puede ganar bajo cualquier tipo de condiciones, como así demuestra en la Copa Pistón. Admitimos que en este caso estuvo cerca de caerse del listado en detrimento de su compañero Tow, una vieja grúa oxidad que disfruta haciendo rabiar a las cosechadoras. No es de nuestra infancia, pero…