Cuando pensamos en la emisión de gases tóxicos por parte de nuestro coche, imaginamos los generados por el funcionamiento del motor y la quema de combustible. Estos son los más conocidos y perseguidos por las autoridades debido a los altos niveles de partículas contaminantes que generan; pero, como a continuación te contamos, no son los únicos.
La realidad es que tu coche es el lugar más tóxico en el que más tiempo pasas en tu día a día. Sobre todo, su interior o habitáculo. Así lo afirman diversos estudios, como el del Automotive Research and Development Institute de Polonia del que se hacen eco en Business Insider. En él, los investigadores han seguido profundizando en las conclusiones obtenidas en 2003 de otro grupo de estudio, que apareció en el Journal of Exposure Analysis and Environmental Epidemiology.
Vamos a lo importante: el motivo de la afirmación de que tu automóvil es uno de los lugares más peligrosos. La cuestión es que muchas son las sustancias nocivas que se utilizan en la fabricación del interior de los coches. Los niveles de estas en el proceso de construcción están reguladas en la normativa europea 2004/42/CE. Pero una vez el modelo sale a la calle, no hay forma de medirlas. Y son altos, aunque desde las marcas de coches se trabaja en reducirlos significativamente; como demostró un estudio de la Universidad Técnica de Múnich en 2007.
Los compuestos orgánicos volátiles del coche (COV, por las siglas) son aquellos que se convierten en vapor a temperatura ambiente. Son más de mil compuestos y en ellos se encuentran el benceno, el cloruro de vinilo, el acetaldehído… Los asientos, el volante, el panel de instrumentos o las puertas están fabricados con estas sustancias; el poliuretano es una de las más comunes. Así, cuando entras en tu coche, estás respirando aire contaminado; en él flotan partículas peligrosas de bromo, cloro o plomo, entre otros metales pesados.
Los COV pueden producir en los conductores problemas de salud de varias intensidades. Por ejemplo, hablamos desde una simple irritación de ojos o de una zona de la piel hasta náuseas, mareos y desmayos. Además, a largo plazo, pueden acabar dañando los riñones, el hígado o el sistema nervioso central, además de ser cancerígenos (según los expertos consultados por BI).
Las emisiones de estos se multiplican, además, en los meses del verano. El calor incide sobre el vehículo, haciendo que se alcancen temperaturas superiores a los 50º C en su interior. Y según nos acerquemos a 60º C, los gases tóxicos se liberan en mayores cantidades; algunos comienzan ya a partir de 20º C. Por ello es tan importante proteger tu coche de los efectos del calor; por ejemplo, con un parasol. Y recuerda siempre abrir las ventanillas del coche y dejar que el interior del habitáculo se ventile antes de comenzar tu viaje. Son pequeños gestos que ayudarán, y mucho, a tu salud.