Saltó la noticia, para bien de nuestro mercado y para el de muchos asustadizos. La chica de la curva, Antonia que así se llama, se ha comprado un coche, un BMW X3 de color blanco para ser más exactos. Cansada ya de hacer autostop a la salida de los pueblos, de sufrir los rigores de las temperaturas y de los problemas que ha vivido como pasajera, ha decidido que ya era hora de comprarse un vehículo.
Lo ha hecho después de muchos años ahorrando pues no quería comprarse cualquier cosa. “Ya que ahorro para comprarme un coche, me hago con uno que sea grande y cómodo. Son muchos los kilómetros que hago al cabo del año y quiero ir cómoda”.
Gran alegría… con algo de tristeza
En este tiempo, la chica de la curva ha podido compartir viaje con muchas personas en nuestro país. Y tiene miles de historias que contar. Admite que siempre fue algo tímida, “soy muy introvertida, me da mucha vergüenza hablar con la gente”. Y apunta a que si transmite frío y mal olor es porque desde pequeña tuvo problemas con la sudoración corporal. Ahora dice que no quitará nunca la calefacción, el climatizador en su caso, que está “harta de pasar frío”.
Siente tristeza porque ahora no comparte viaje con nadie. “Antes, aunque iba callada, me divertía escuchando las conversaciones de la gente”, dice, y añade, “¡¡nos echábamos unas risas!!”. Admite que ha tenido anécdotas de todo tipo y no todas agradables: “Los perros me ladraban, los conductores me vigilaban por el retrovisor, nadie se quería sentar a mi lado y, sobre todo, nunca me dejaban donde yo quería”.
Sin embargo, ahora nadie quiere viajar con ella. Su aspecto no transmite confianza, con su piel cetrina, la voz gutural, el vaho que sale de su boca al hablar y la ropa blanca desgastada. “Lo próximo que me compre será ropa para salir, como la de la Rosalía”, indica.