El BMW X6 ha debutado hace unos días en el Salón de Frankfurt y ya cuenta con precios en el mercado europeo y español (a partir de 81.650 €). En la prestigiosa feria alemana también se ha dado a conocer una edición especial del modelo con acabado Vantablack, un recubrimiento especial fabricado para la industria aeroespacial, capaz de modificar la estética y percepción del coche por el ojo humano.
El fuerte color negro del BMW X6 Vantablack absorbe cualquier tipo de luz y no la refleja, creando la sensación de que el coche es bidimensional. Esto cambia por completo la fisonomía del coche para la vista, por lo que no sería apto para la venta por los probables problemas de seguridad que generaría al conducirlo, tanto para el conductor como para el resto de vehículos.
Hasta el momento, sólo se ha mostrado como coche de exhibición y es el primero del mundo en recubrirse con este acabado. Vantablack, inventado y fabricado por Surrey NanoSystems, una empresa británica especializada en nanotecnología, se utiliza normalmente para componentes de naves espaciales, especialmente los de aluminio.
Sin embargo, la enorme capacidad de absorción de la luz por este recubrimiento se ha “suavizado” en el BMW X6. Según la marca bávara, Surrey NanoSystems recomendó usar una variante indicada para estructuras arquitectónicas y científicas, la VBX2. De lo contrario, los relieves y detalles de la carrocería no se verían.
El acabado VBX2 permite una cierta reflexión de la luz desde todos los ángulos. Las formas apenas se perciben, pero al menos permiten intuir la silueta del coche. El revestimiento puede ser pulverizado y tiene una reflexión hemisférica total del 1%, lo que puede ser considerado aún como “súper negro”.
El poder de absorción de la luz de esta variante del Vantablack está lejos de la conseguida por la primera generación del producto, creada en 2014. Llegó hasta el 99,965%, eliminando prácticamente por completo toda reflectancia y luz dispersa.
Esta enorme opacidad se consigue gracias a la tecnología de los nanotubos de carbono. Cada uno de ellos mide entre 14 y 50 micrómetros, aproximadamente la longitud del diámetro de un cabello humano. Su ínfimo tamaño permite recubrir cualquier partícula del metal de la carrocería, impidiendo casi por completo el contacto con la luz.
Los nanotubos de carbono se deben aplicar mediante pulverización, a una temperatura muy baja, de -430º. En clave aeroespecial, este recubrimiento permite la observación de estrellas tenues y galaxias muy distantes, gracias a la poca o nula distorsión de la luz solar. Por el momento, se ha introducido en la industria del automóvil de manera experimental y podría tener utilidad para coches camuflados o vehículos especiales.