Nos ponemos a los mandos de la última generación del BMW Serie 5, que acaba de llegar al mercado, en su versión 520d Sport, o lo que es los mismo, con una motorización diésel de 2 litros de 190 CV de potencia y paquete Sport. Es un coche llamativo, con un toque de distinción y llega para comandar el mercado de berlinas de gran tamaño del segmento Premium. Pero, ¿es oro todo lo que reluce?
Aquí te contamos lo que nos convenció y lo que no del BMW Serie 5, un modelo que tendrá como principales rivales al Audi A6 y el Mercedes-Benz Clase E, y en el que también están presentes nombres tan significativos como el Volvo S60 o el Jaguar XE.
Imagen. Cuando algo funciona, ¿para qué cambiar? Cuesta creer que el nuevo Serie 5 sea una nueva generación, pues sus dimensiones son prácticamente las mismas, solo crece en 3,6 cm de largo y 0,6 cm de ancho, y todo pese a que estrena chasis. Su diseño es tan similar al anterior que muchos pensarán que se trata tan solo de un restyling.
Acabados. Sí, tiene un precio alto, en esta versión con cambio automático se va por encima de los 50.000 euros, pero vale cada céntimo que cuesta. Cumple con todo lo que se espera de un modelo Premium, algo que no siempre sucede en este segmento ni en estos precios. Su nivel de acabados es, simplemente, excelente.
Tracción trasera. Sí, son muchas las leyendas que hay sobre este tipo de tracción y muchos los respetos que se le tienen, pero lo cierto es que no hay nada que temer. El nuevo Serie 5 se acopla bien a la carretera, no pierde la dirección en ningún momento, ni subvira ni sobrevira en las curvas, independientemente del diámetro de la curva. Puedes confiar plenamente en el coche.
Consumo. Estamos hablando de un modelo que rinde casi 200 CV, con un par de 400 Nm desde 1.750 rpm, lo que en realidad significa que el coche ofrece la potencia desde bajas revoluciones. Sí, es diésel, pero ante tanta potencia, y entregándola desde tan abajo, extraña entender que el consumo homologado sea de solo 4,1 l/100 km, aunque nosotros lo dejamos algo por debajo de los 5 l/100 km.
Comodidad. Antes destacábamos los acabados, ahora la ergonomía de sus asientos delanteros y traseros. Se ajusta bien a los cuerpos y aunque detrás irán mejor dos que tres personas, nunca irán demasiado apretados. Eso sí, en la redacción hubo debate sobre si un vehículo de estas características y tamaño ofrece espacio suficiente para las rodillas.
Precio. Sí, ya hemos dicho que vale cada céntimo que se paga, pero su precio queda por encima de uno de sus principales rivales, el Audi A6. Además, para dejarlo a nuestro gusto hay que rascar mucho nuestra cartera incorporando equipamiento extra, y no resulta económico precisamente. Varios ejemplos que incluiríamos: pintura metalizada (1.159 €), cambio automático Steptronic (2.262 €), asientos delanteros confort con reglaje eléctrico (1.964 €) o el head-up display (1.408 €), y ya se nos subiría la factura varios miles de euros.
Líneas de equipamiento. Más allá del equipamiento opcional antes indicado, el modelo se ofrece con una línea base a la que hay que sumar un paquete Luxury o Sport. En nuestro caso dispusimos del segundo, que le da un toque de deportividad, pero su coste adicional es de 3.077 €.
Maletero. Cuenta con un importante maletero, hasta 530 litros, plano y con varios soportes y enganches para sujetar la carga. Todo muy cómodo, no así el acceso: cuenta con un portón, es decir, no se levanta la luna trasera, y no es demasiado grande, por lo que una vez este espacio esté cargado vamos a encontrar problemas para acceder a lo que hayamos situado al fondo.
Pantalla y noticias. Quizás es pasarse de quisquillosos, pero ante el aumento de las víctimas mortales no entendemos que la función de leer noticias o información de la zona en la que nos encontremos de la función Connected Drive del sistema multimedia se mantenga operativa mientras el coche está en marcha. Podría desviar la atención de la carretera a la pantalla central del salpicadero.