Los Presupuestos Generales del Estado acordados por el Gobierno liderado por Pedro Sánchez y Podemos incorporan ayudas a la compra de vehículos nuevos. Estas serán permanentes y sin cuantías económicas finitas. Esto servirá para aumentar el impacto de las ayudas a la compra, ante las que se muestra muy sensible el sector, y alargarlas en el tiempo. Sin embargo, uno de los puntos que faltaban por saber era la procedencia de este dinero: el nuevo impuesto al diésel.
Se ha previsto que hasta el 30 % de lo que se recaude con esta equiparación entre las tasas que soportan los combustibles diésel y gasolina (quedarán al margen los profesionales del transporte) se destine a ayudas a la compra de vehículos nuevos. Ahora solo nos queda por conocer cómo se desarrollarán estas ayudas a la compra que llegarán en el año 2020, la cuantía que corresponderá a cada vehículo y cuáles serán los beneficiarios. Lo que sí que parece seguro es que estarán orientadas a favorecer la sustitución de vehículos con motores térmicos tradicionales por modelos ecológicos.
Recaudación millonaria
Otro de los datos que faltan en esta ecuación es la recaudación que logrará el nuevo Ejecutivo con el nuevo impuesto al diésel. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya señaló hace unas semanas que supondría unos 3,3 euros al mes para quienes realicen unos 15.000 km al año; aunque otros apuntan a que se notará en unos 2,2 euros de media en cada llenado del depósito. Y Gestha cifra en unos 600 millones anuales la recaudación total, por lo que ese 30 % de dotación máxima situaría la subvención en unos 180 millones de euros anuales.
La última edición del Plan Movalt contó con una aportación de 35 millones de euros, y la parte destinada a la venta de vehículo nuevo apenas duró 24 horas; mientras que Plan VEA solo contó con 16,6 millones. Mejores resultados dieron cada una de las ediciones del Plan PIVE con todas sus ediciones. La última, el Plan Pive 8, contó con 225 millones de presupuesto.
Sin embargo, cada uno de estos planes crearon cierta inestabilidad en el sector, tanto en el momento del inicio como cuando las cantidades presupuestadas llegaban a su fin. Es cierto que creaba un efecto psicológico que permitía aumentar las ventas; pero muchas operaciones quedaban en el aire a la espera de saber si podrían verse acompañadas de esta subvención o no.