El pasado miércoles, 5 de diciembre, la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) y la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto) se reunieron con las ministras de Transición Ecológica, Teresa Ribera, e Industria, Reyes Maroto, para tratar cuestiones relacionadas con el veto a los vehículos de combustión.
Hace unas semanas, el Gobierno comunicó su plan de prohibir los coches diésel, gasolina e híbridos para 2040. Algo que está afectando a la industria del automóvil, dado que la demanda de estos vehículos está cada vez más comprometida. De este modo, según El Confidencial, el objetivo de dichas patronales se centra principalmente en pedir “moderación” al Ministerio, a la hora de transmitir sus mensajes en contra del uso de estos combustibles.
Un objetivo común
Ambas partes están a favor de que, en el futuro, la descarbonización sea una realidad. Sin embargo, Anfac y Sernauto consideran que el método del Gobierno para transmitir este mensaje no es el más acertado. Se basan principalmente en la caída de las matriculaciones relacionadas con los vehículos de combustión, desde que anunciaron sus intenciones. Es algo que está afectando de forma generalizada a la producción de vehículos y, por ende, a la industria.
Es más, creen que el veto a los coches diésel y gasolina se ha sobredimensionado. Para estas patronales, 2040 es un plazo de tiempo lo suficientemente amplio para que la producción no se vea afectada. Es decir, que si un usuario compra ahora un vehículo diésel o gasolina, seguramente las prohibiciones no le afecten.
Trabajo en equipo
Tras la reunión, ambas partes han considerado este encuentro como positivo y provechoso. Parece ser que a partir de ahora, trabajarán en “mantener la competitividad industrial”, buscando una transformación a la descarbonización. No obstante, entienden este objetivo como algo que necesita una progresión gradual para que los ciudadanos se adapten.
De hecho, como señalan desde Anfac y Sernauto, “no tiene el mismo efecto sobre el ciudadano decir que la evolución tecnológica hará que en 2040 ya no se vendan coches de combustión a reglar por ley su prohibición”. Por tanto, aseguran que se trata de una “cuestión de formas” que se puede trabajar para el beneficio de todos.