Desde hace años, África siempre ha sido mirada con avidez por los principales fabricantes de automóviles, deseosos de entrar en nuevos espacios comerciales. Prueba de ello ha sido la creación de ‘Emea’, una nueva división territorial que comprende los territorios de Europa, Oriente Medio y África.
La asignatura pendiente con éste continente data de los años 50, cuando algunos de estos fabricantes ultimaron sus esfuerzos industriales hasta que la inestabilidad política les obligó a levantar sus campamentos y marcharse, imposibilitados por la polarización de una actividad industrial que ha quedado repartida en dos zonas: el sur, con un mayor número de inversores, y el norte, recientemente instalado en el negocio.
En total, 1,7 millones de vehículos nuevos fueron vendidos en África en 2015. Solo el 2% del mercado mundial en un continente, que tiene una media de motorización de 43 vehículos por cada 1.000 habitantes, frente a los 565 que se tienen en la Unión Europea, según los últimos datos.
Aunque sin duda alguna, la parte más jugosa de esta cuestión está en las familias que, cuando se lo pueden permitir, adquieren un automóvil. Desde 2005, la cifra se ha disparado a un 30%, un incremento que si se compara con el que ha experimentado el mercado mundial es seis puntos superior.
Además, la tasa media de crecimiento del continente africano se espera que se sitúe entre el 4,5% y el 5% para el año 2020, lo que debería permitir que se consolidara la actual clase media en los diferentes países. Está claro que el incremento de África es una evidencia desenfrenada, pero tampoco hay que esperar tirones en la demanda como los que han podido surgir en China, puesto que África aún no se ha logrado consagrar como un bloque uniforme.
Hasta cinco millones de vehículos usados entran al año en África sin ningún tipo de control. La mayor parte suelen ser europeos, pero también están empezando a recalar coches provenientes de países de Oriente Medio y del Extremo Oriente. Todos ellos, tasados a precios muy baratos contra los que no puede competir el producto local, por muy barata que sea la mano de obra y por muy sencilla que sea la tecnología que se emplee.
Es precisamente esta falta de exigencia administrativa, la que está haciendo que África se convierta en un terreno de batalla en el que las grandes marcas automovilísticas europeas y chinas quemen todas sus naves. China es, hoy por hoy, débil para competir en los mercados desarrollados por Europa, pero sí pueden hacerlo en África, donde no existen tantas regulaciones y normativas.
Lo cierto es que China cuenta con una mayor oferta de vehículos, y a precios más asequibles. Partiendo de esta base, tienen ventaja en la zona del África subsahariana, mientras que en el norte las francesas Renault, Citroën, Peugeot, o incluso Volkswagen, se aprovechan de la alta demanda de berlinas, es decir, coches con maletero.
Aunque si a marcas nos referimos Toyota es, sin duda, la reina de África. Sus vehículos fueron los más usados en las guerrillas que delimitaron los actuales países del continente, y actualmente, se espera que juegue en papel importante en el porvenir automovilístico del territorio africano.
Ver comentarios